Gestionando el sistema de juicios (3) La gestión práctica a cada momento.

En cuanto a qué hacer y cómo hacerlo a cada momento, las soluciones no pueden ser universales y válidas para todos los momentos y todas las personas, es decir, las respuesta siempre empezará por un… Pues depende.

Como norma general podemos establecer el principio de Mínima Intervención Necesaria. Bajo este principio, lo ideal sería que apenas tuviéramos que intervenir, que nos bastara con un proceso de observación que diera lugar a una suficiente desidentificación con respecto a esta actividad de nuestra mente y a una ampliación de nuestro conocimiento y maduración de la misma, de tal manera que empezara a actuar a nuestro favor y no en nuestra contra.

En este estado de observación mantenida, aparece una nueva herramienta de gestión: someter al contraste de las experiencias diarias al objeto observado. Esto quiere decir que, cuando por cualquier circunstancias externa o interna, se active el objeto observado, en este caso el funcionamiento de mi sistema de juicios, lo contrastamos con la práctica, con la vivencia que se está produciendo en ese momento.

Esta acción provocará una dialéctica entre las estructuras mentales que están actuando con las evidencias directas que se derivan de la experiencia directa, de la vivencia práctica. Se produce una interrelación dinámica, creativa y sanadora.

Pero no siempre esto es posible o no siempre podemos esperar el suficiente tiempo, dado que los daños y alteraciones pueden estar siendo importantes. Así pues, hemos de situarnos ante la posibilidad real de que se nos den situaciones en que debamos intervenir más activamente, por ejemplo, cortando algunos de los juicios que emite nuestra mente o limitando activamente sus efectos y consecuencias, tanto internas como externas en nuestra relación con las demás personas y las situaciones.

Entonces… ¿Cuándo y en qué medida es conveniente cortar o permitir los juicios? ¿Cuanto permito que me influyan?

Los juicios son una gran fuente o canal de información, muy necesaria para aumentar el conocimiento sobre el funcionamiento de nuestra mente. Observar desde la actitud adecuada un juicio y sus elementos, nos da una oportunidad de profundizar en zonas de nuestra mente que no son fácilmente accesibles.

Nos permite, por ejemplo, identificar Ideas Aceptadas o Creencias muy incrustadas en nuestra mente, tanto Consciente como Inconsciente. Y hacer lo mismo con los hábitos o mecanismos automáticos que estén funcionando. Y, por supuesto, nos permite conectar con el Estado de nuestrx Niñx Interior, a partir de las Respuestas que está emitiendo en ese juicio. Por último, comprender bien las consecuencias nos aportará un enorme conocimiento sobre cómo se construye el sistema de referencias de nuestra mente, es decir, cómo nuestra mente “decide” lo que es importante de lo que no lo es.

Además, este sistema constituye, en sí mismo, un importantísimo canal de flujo de energías, permitiendo que nudos o errores de funcionamiento que crearían graves cortocircuitos energéticos, queden compensados aunque sea de una manera no adecuada y constructiva.

Así pues, habremos de limitar en lo posible las intervenciones en su número e intensidad. Siempre que podamos, habremos de mantenernos en una posición, lo más global y central posible, desde la que observar e ir mostrando a nuestra mente el error de funcionamiento que se está produciendo, permitiendo que de forma natural, ella misma se vaya corrigiendo.

Pero habrá ocasiones en que esta intervención deberá ser, necesariamente más contundente, más invasiva. Esto es así, especialmente, en aquellas situaciones en que podamos producir con nuestros actos de acción o inhibición, un daño a terceras personas o, bien, hayamos identificado claramente un daño propio. En estos casos, buscaremos un equilibrio saludable entre limitar al máximo este daño y mantener, en lo posible, una situación interna que nos permita el crecimiento. Y esto no siempre es fácil. Simplemente lo haremos, a cada momento, lo mejor que podamos y siempre prestando especial atención a las consecuencias de nuestra intervención: como principio, siempre que cortamos algo, la energía que estaba fluyendo habrá de buscar una compensación.

Otra situación típica en que es factible aumentar nuestro nivel de intervención, pero ésta con menos consecuencias, es cuando queramos generar un escenario interno diferente, con el objetivo de poder tener la experiencia o vivencia de funcionar desde ahí y observar para comprender mejor con la comparación entre las dos situaciones: por ejemplo, comparar cómo funciona mi mente con o sin tal o cual juicio.

Una situación o ejercitamiento ya avanzado en esta línea es cuando puedo adentrarme en el espacio mental de vivir-ser-sentir-comprender y la Presencia que se crea cuando me sitúo por debajo del sistema de juicios, de tal manera que puedo percibir su funcionamiento pero ya sin capacidad de incidencia. Desde aquí facilitamos un proceso madurativo de la mente en el que va generándose una alternativa real, vivida y posible, al modo de funcionar al que está acostumbrada. Le mostramos a nuestra mente lo bien que se vive sin juicios y cuánto se gana en la práctica en esa situación.

Esto ha de hacerse, preferiblemente, no cortándolos, sino permitiéndolos. Aunque al principio casi seguro que deberá ser.

En definitiva, aplicamos al caso de la gestión del sistema de juicios el principio general de que ningún sistema o función sobra en nuestra mente. El camino no pasa por cortar funciones de nuestra mente. Esta acción es verdad que nos aportará una situación, quizás, de mayor tranquilidad o espacio interno, pero el coste es demasiado alto.

Cuando están ahí es por algo y no debemos imbuirnos en un pretendido saber o derecho para actuar en contra de la naturaleza y millones de años de evolución. En realidad, esta actuación poco respetuosa y desde un Yo separado, es la que ha marcado toda nuestra relación como especie, con la naturaleza, el resto de animales, las otras personas y, en el fondo, con nosotrxs mismxs.

El camino de la tan famosa y buscada Plenitud pasa, más bien, porque todos los elementos de nuestra mente funcionen plenamente y debidamente integrados. Necesitamos de todos nuestros sistemas mentales para alcanzar una vida plena. Pero, para eso, necesitamos que funcionen correctamente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *