La mente construye, a partir de innumerables juicios que realiza constantemente, un sistema de clasificación de referentes. Los utiliza para construir una escala de mayor a menor y poder establecer qué es lo más importante o peligroso en nuestra vida y qué tiene escasa importancia y no necesita de excesiva atención.
El sistema de referentes es una herramienta necesaria para nuestro correcto devenir en la vida. Sin él, nuestra mente no sabría qué respuestas emitir ante los diferentes eventos que se le presentan. No sabría si debe dedicar mucha energía a una cuestión o, más bien, dejarla pasar pues carece de trascendencia práctica.
Además, este sistema influye, en un proceso de retroalimentación, en los propios juicios que son su origen. Así, conforme uno o varios juicios determinen que algo va ganando en importancia, es decir, que va subiendo en la escala de lo que es importante en el sistema de referentes, este elemento irá ganando también peso en la propia emisión de los juicios, en eso que hemos llamado los “criterios” que utiliza la mente para emitirlos.
Recordemos que otra influencia determinante del sistema de referentes es en el estado de ánimo. Así, una contrariedad que suceda, será tomada de manera muy diferente por la mente según el lugar que ocupe ese tema o cuestión en el sistema de referentes. Ya poníamos el ejemplo de la partida de ajedrez. En el caso de una partida lúdica que se juegue con alguien esporádicamente, muy posiblemente ese evento ocupará un lugar muy bajo en el sistema de referentes, es decir, se le asignará poca importancia y trascendencia. Sin embargo, si quiero dedicarme a ser jugador profesional de ajedrez y ese es el gran objetivo de mi vida, y pierdo una partida en un torneo importante, mi mente le asignará a ese evento una gran trascendencia y, por tanto, tendrá gran capacidad para alterar mi estado de ánimo.
Pero ojo, si nuestro Yo-Idea está muy dañado, es decir, carente y negativizado y, por lo tanto, nuestro Yo-Ideal es también extremo, entonces nuestra mente y el estado de ánimo serán muy sensibles y vulnerables a cualquier evento que pueda ser interpretado como negación de nuestro Yo/ego y de su posición. Y, por tanto, cualquier conversación aparentemente intrascendente, cualquier actividad cotidiana, puede ser tomada por la mente como medidora de su valía u otra cuestión básica y, en consecuencia, tener gran incidencia en nuestro estado de ánimo.
Como casi todos los sistemas mentales, el de referentes tiene una parte consciente y otra inconsciente. A nivel consciente, podríamos equiparar, grosso modo, este sistema con lo que conocemos como el sistema de valores de una persona. Así, si conscientemente hemos asumido valores como la solidaridad, la empatía, la bondad u otros, habrá una tendencia en la mente a colocarlos en un nivel superior en la escala de valores y, por tanto, en el sistema de referentes.
Sin embargo, a nivel inconsciente, la cosa no funciona exactamente así. Es algo más complicado. Nuestro Inconsciente funciona como un animalillo que busca, constantemente, cubrir sus carencias para llegar a un estado de seguridad y bienestar. Y lo hace desde sus limitaciones, o sea, con muy poca perspectiva temporal y con una mirada bastante limitada en cuanto a su capacidad de visión global de las situaciones.
Para complicar la cosa aún más, el Yo-Idea suele ser, hasta que se hace un trabajo con esta zona de la mente, bastante inconsciente. Y esto también ocurre, en buena medida, con el Yo-Ideal. Esta situación provocará que, en muchas personas, los referentes inconscientes sean muy diferentes a los conscientes y, por tanto, continuamente se generen contradicciones y situaciones generadoras de tensión y sufrimiento.
Por último en esta descripción somera de los elementos que intervienen en la construcción del sistema de valores, no podemos olvidar que siempre somos producto de una cultura y una época determinadas. La influencia cultural, concretada en la transmisión recibida durante la infancia y en las interrelaciones producidas a lo largo de toda nuestra vida, también influirán en la concreción de este sistema.
Otro problema con el que nos encontramos para el correcto funcionamiento del sistema de referentes, es que tenemos una mente que siempre tuvo la mirada dirigida hacia el exterior. Así se lo enseñaron y lo ha seguido fielmente. Y, por tanto, ha priorizado cuestiones del exterior y ha minimizado lo interno o propio. Recordemos el símil de las manos puestas como orejeras y la frente posada en la ventana. Nuestra mirada será deficitaria de una conciencia de lo que hay dentro y exagerará la importancia de lo externo.
Así, nuestros sistemas de referentes o valores han priorizado los éxitos externos, es decir, la satisfacción a través de algo externo, la obtención de determinadas energías a través de eventos provenientes del exterior. Y ha minimizado, hasta casi la desaparición en la mayoría de los casos, los valores o referentes internos. Y esto resulta, a la postre, un grave impedimento para nuestro proceso de desarrollo.
Por ello, habremos de ir haciendo un trabajo que consistirá en primer lugar, como siempre, en una observación mantenida en el día a día para ir conociéndolo a la perfección y hacerlo desde la actitud adecuada (PACÁ).
En la primera fase de esta observación mantenida, habremos de ir aprendiendo a distinguir entre lo consciente y lo inconsciente, aprendiendo a distinguir entre el sistema de referentes idealizado, el que me gustaría (Yo-Ideal), del que temo y huyo (Yo-Idea). Ninguno es real y, mucho menos, completo.
Esta observación también tendrá que tener una mirada puesta en nuestra historia de vida, para poder ver los cambios que ha habido en nuestro sistema de referentes. Como siempre, disponer de dos situaciones que comparar hará más profunda y eficaz nuestra observación. Algunos de estos cambios pueden ser el que se produce de la infancia a la juventud, por experiencias especialmente impactantes, por el desarrollo de un cuadro de ansiedad, por el cambio de mentalidad que se produce cuando estudiamos y ejercemos una nueva profesión o, también, por nuestro propio proceso de Autorrealización.
Además, a cada momento, cuando esté activo el evento o situación y, por tanto, el juicio y el deseo o rechazo, podemos ir haciendo un trabajo para ir reconduciendo todo esto, mostrándole a la mente las evidencias de los errores que está cometiendo… ¿De verdad eso es lo importante?
Junto a este trabajo del día a día, que conformará un proceso de aprendizaje paulatino que irá calando poco a poco en nuestra mente más profunda, podemos hacer ejercicios concretos que ayuden al proceso de cambio. Por ejemplo, podemos situarnos en “atalayas” que ayuden a nuestra mente a ampliar la mirada. Podemos preguntarnos ¿Qué será realmente lo importante en el último día de mi vida? ¿Y tras ella?
El trabajo con el agradecimiento y la conexión con lo que conocemos como 3 Cs, las tres energías básicas: Consideración, Confianza y Cariño-amor, también facilitará enormemente que el Inconsciente/Niñx Interior se sienta mejor, con más seguridad y acogimiento y todo esto facilitará el cambio en el sistema de referentes en este nivel de la mente. Y, más indirectamente, también lo facilitará el trabajo de Sanación de Situaciones Pendientes (Liquidación en terminología de Blay).
Y, por último, algo muy importante: es conveniente recordarle a nuestrx Niñx, mostrándole la comprensión y la evidencia que se deriva de ella, de una cuestión clave: que siempre es de dentro hacia fuera y no al revés y que, por tanto, lo que ve como objetos proveedores de energías no son más que intermediarios innecesarios porque puede acceder directamente a esas energías.
Los referentes más importantes siempre deberán ser internos, en el nivel de las causas, y no externos en el nivel de las consecuencias.