En el artículo anterior vimos las características generales de una de las dos energías básicas en el ser humano: la confianza. Hoy toca abordar la gestión de esta energía, un trabajo que haremos con dos objetivos fundamentales: en primer lugar, provocar o favorecer que surja en nosotrxs si es que está ausente, y en segundo lugar, hacer una buena gestión y mantenimiento.
Quizás lo primero que haya que hacer es irnos al referente biológico. La principal hormona responsable de la aparición de confianza en un ser humano es la oxitocina (también del amor-afectividad-felicidad).
A la oxitocina la llaman la hormona tímida, porque muy fácilmente desaparece o, al menos, deja de estar presente y perceptible para la mente. Con mucha facilidad, la generación de otras energías y estados mentales, provoca la desaparición o no percepción de la confianza y también del amor y sus variantes.
Esto tiene, en primer lugar, una explicación evolutiva: en situaciones de peligro, dificultad y urgencia, han prevalecido las respuestas extremas, bien de huida bien de lucha. Y, en esas circunstancias, la oxitocina no era la sustancia química más recomendable para provocar las reacciones físicas y mentales que hacían falta.
Pero más allá de las posibles explicaciones, éste es un factor que hay que tener muy en cuenta a la hora de gestionar la confianza. Para empezar, hemos de ser conscientes de que, a menudo, no la tendremos a nuestra disposición. Así pues, las expectativas en nuestro trabajo con la confianza, al menos durante un tiempo, no pueden pasar porque esté siempre presente. Nos situaremos en una posición en la que comprendemos su fluir y normalizamos las situaciones en que esté ausente.
Cuando esta situación se dé, nos situaremos en el PACÁ y lo más pronto que podamos nos dispondremos a buscar las causas, para ello observaremos a ver cuáles son esas energías que están tapando o impidiendo el natural fluir de confianza y cuáles son las causas. Por ejemplo, si nuestra mente no ha gestionado bien una situación y ha exagerado un peligro, con lo cual está emitiendo un miedo desproporcionado, es previsible que la confianza no aparezca.
El otro conocimiento que hemos de procurar tener siempre presente en nuestra gestión de la confianza, versa sobre su naturaleza y condición: La confianza es el estado natural de la mente de un ser humano si ha recibido una crianza adecuada. Nos es extraordinario, tampoco es algo condicional, sino que es lo natural. Hemos de superar la idea de que la confianza es algo a conseguir, algo a ganarse o algo que nos viene aleatoriamente y sobre lo que no podemos intervenir facilitando que esté. (Esto es darle todo el poder a un sistema de juicios que no está funcionando adecuadamente).
También hemos de comprender que nuestra mente ha vivido siempre (o casi) en la ausencia de confianza y, por tanto, no tiene bien asentado el referente o experiencia interna de lo que es ese estado natural de vivir en la confianza.
Así pues, es darse cuenta de que mi mente ha estado viendo en una carencia grave de una energía que, de forma natural, habría de haber estado ahí. Y que esto ha tenido unos efectos. No se trata tanto de luchar contra esos efectos, sino de situarse en la confianza.
Y, para ello, podemos usar varias técnicas o ejercitamientos. El primero, utilizando la meditación como herramienta para conseguirlo si así lo vemos más adecuado, es figurar o imaginar que en nuestra infancia sí recibimos confianza por parte de nuestras principales figuras de apego: habitualmente mamá y papá.
Como no es extraño que en la mente aún haya situaciones pendientes por resolver con nuestro padre y nuestra madre, muchas personas necesitarán de un apoyo para poder hacer bien este trabajo. Para ello tenemos una idea muy potente que nos allanará el camino aplacando las respuestas doloridas de nuestrx Niñx Interior cuando evocamos nuestra infancia. La idea es:
Si papá y mamá hubiesen sabido y podido, lo hubieran hecho.
Si mi madre y mi padre hubiesen sabido lo importantísimo que era todo esto y también cómo hacerlo y, además, sus circunstancias se lo hubiesen permitido, sin duda, hubiesen hecho todo lo que estuviese en sus manos para transmitirme confianza de manera incondicional.
A partir de esta idea, podemos hacer meditaciones o bien situarnos directamente en nuestra infancia y evocar recuerdos o, directamente, imaginar un estado interno en el que recibíamos confianza, sin condiciones. Por el simple hecho de ser, de ser nosotrxs. Para ello, en un momento de relajación, nos situaremos en un escenario de conexión con nuestrx Niñx Interior. Y figuraremos que sí recibimos la confianza incondicional en nuestra infancia.
Otra manera de hacerlo, especialmente en los casos en que no funcione bien la primera línea de trabajo, es evocar situaciones concretas en las que hayamos sentido la presencia interna de la confianza. Es muy raro que, a lo largo de toda una vida, no se hayan dado situaciones concretas. Las rememoramos haciéndolas presentes y vamos activando esa energía. Recordemos, en este punto, que el Inconsciente no distingue entre realidad y ficción. Por eso disfrutamos tanto una película u obra de teatro y, por eso, funcionan los ejercicios en los que recreamos situaciones.
Todo este ejercitamiento se puede hacer gracias a un principio de funcionamiento en la gestión de la mente: podemos provocar la aparición de una energía (cualquier sentir) y una vez que haya aparecido, podemos ir dejando atrás las ideas o escenarios mentales que hemos utilizado para ello y nos vamos quedando con la energía en sí, que facilitaremos en su fluir, ya gestionándola directamente. Iremos fijando esa energía y el estado que produce en nuestra mente y cuerpo.
Ha de ser un trabajo continuado, pero sin forzar. Poco a poco, podremos ir fijando esto sin necesidad de “pararnos” en una meditación-respiración específica, sino a cada momento…
Otro trabajo que habremos de ir haciendo es ir identificando bien cuáles son las condiciones que nuestra mente aprendió, erróneamente, a ponerle a la confianza. No tendremos que ir buscándolas especialmente, pues irán apareciendo conforme vayamos haciendo el primer ejercitamiento descrito.
Nuestra mente aprendió que, para que pudiera confiar, emitirse confianza, habían de darse determinadas condiciones de capacidades, cualidades o circunstancias. Y, muy posiblemente, también aprendió que no era bueno confiar demasiado.
Es importante detectar estas condiciones. Son situaciones que la mente cree que deben darse para que pueda haber confianza en ella. Para ello, volvemos a observar nuestro sistema de juicios, tanto a nivel Consciente como Inconsciente y, como siempre, con especial atención a los criterios que determinan esos juicios. Aquí encontraremos las Ideas Aceptadas erróneas que favorecen el taponamiento de la confianza.
Habremos de observar para concretar cuáles son los criterios o condiciones que nuestra mente le pone a la confianza. Para luego, cuestionar todo ese entramado.
Y, por último, hemos de hacer un trabajo en el que nuestra mente vaya reaprendiendo a situarse, a envolverse, a permitir, a vivir desde la confianza. Y, para ello, hemos de “sobreescribir” en el aprendizaje básico que ha hecho que es, justamente, el contrario: a vivir desde la desconfianza.
Para ello, por momentos hemos de conectar con el “Yo” infantil (Niñx Interior) y vivir desde ahí la desconfianza. Y, en ese momento de activación de ese Yo con el escenario de la desconfianza, ofrecerle desde una consciencia más global, el reaprendizaje, la vivencia de lo que es vivir en la confianza. Haciéndole ver, además, que:
Puedo tener confianza en la confianza y sus efectos
Y, a partir de aquí, puedo tener la confianza en que:
Desde la confianza voy a responder mejor a los eventos de la vida
Y preguntarle ¿No es así? ¿No es esto la verdad, real?
Y mantenerse ahí, viendo desde ahí y favoreciendo la comprensión profunda. Sin tratar de imponer nada, sino siendo permeable a una posición y otra, dejando que se influyan mutuamente. Hasta que se produzca un proceso de cambio y maduración natural.
El resultado de todo este trabajo nos irá colocando, paulatinamente, en una nueva posición, muy distinta de la anterior y mucho más sana.
¿Esta energia-confianza es tan generica que abarca las confianzas a mi mismo, a los demas y a la vida?
Veo mas factible imaginar un escenario ireal en el que recibo el estimulo para sentir confianza, que imaginar a mis padres en esta tesitura, por más que los quiero, en cuanto medito y me centro en mi infancia, solo veo reproches y motivos para desconfiar..
Efectivamente, en muchas personas aparece un rechazo a situarse en ese escenario imaginario en el que sí recibí confianza incondicional en mi infancia. Entre otras cosas, esto lo que nos indica es que aún nos queda un trabajo por realizar de sanación de situaciones pendientes. Pero poco a poco, que todo a la vez no se puede afrontar.
De todas formas, ese escenario imaginado de la infancia no implica tanto que tus padres te la dieran sino que tú la sentiste. Es figurarte a ti mismo de niño, envuelto en confianza.
Pero, en cualquier caso, cualquier palanca nos sirve para empezar a movilizar la confianza. Si a ti te resulta más fácil provocar el fluir de confianza en ti de otra manera, imaginado internamente otros escenarios, pues bien está. Lo único es que hemos de tener en cuenta que, sea lo que sea que utilizamos para este fin, luego hemos de dejar atrás lo imaginado y quedarnos directamente con la energía. Y, a partir, de ahí, asentarla y movilizarla. Poco a poco nuestra mente se irá acostumbrando a vivir desde la confianza, que es el objetivo buscado.
Un abrazo Juanma.