En el texto anterior se han descrito hasta tres niveles en nuestra mente-cerebro con capacidad para emitir una noción propia y diferenciada de Yo. Se trata de una nueva mirada y comprensión de lo que es un ser humano, pasando de una concepción unidimensional y sólida a otra multidimensional y fluctuante.
Pero como siempre ocurre en nuestro trabajo de Autorrealización, no podemos conformarnos con creernos algo que alguien nos cuenta, pues esto de poco nos serviría en nuestro camino de desarrollo. Sería sustituir unas creencias por otras.
Tomemos este planteamiento como una hipótesis de trabajo a ser contrastada con la realidad, con nuestra experiencia y comprensión directa. Una visión que explique mejor nuestro funcionamiento interno, el complejo y, a menudo, contradictorio fluir continuo de pensamientos, ideas y sentires que llenan nuestra mente.
Para ello, podemos hacer diferentes ejercitamientos. Iniciamos un trabajo que, desde ya, hemos de vislumbrar como dirigido a favorecer un proceso madurativo de ampliación de la comprensión y conexión con la Realidad, en nuestra mente. Nos armaremos de Paciencia, Aceptación, Confianza y Acogida amorosa. (PACÁ). Y observemos…
Un primer trabajo que podemos hacer es cuestionar la noción interna de Yo, conectando con la que mantiene nuestra mente en la actualidad y favoreciendo su ampliación. Podríamos utilizar el símil de un edificio: hasta ahora tu mente cree que es el ático de ese edificio pero, realmente, es multidimensional, algo mucho más complejo que eso. En realidad, es el edificio completo, con sus diferentes plantas, en las que habitan, en cada una de ellas, una noción de Yo de las que han ido generándose a lo largo de tu vida, producto de la evolución y desarrollo de tu cerebro humano.
Intenta comprender que Yo no hay más que uno, pero que diferentes zonas y estructuras mentales tienen la capacidad de filtrar esa noción y darle una apariencia específica y diferenciada del resto. Intenta que ese edificio deje de estar incomunicado entre sus diferentes plantas e ir sustituyendo los gruesos muros por sutiles espacios totalmente transparentes y permeables.
El Yo-Experiencia
Yo-Experiencia es el nombre que le asigna Blay a esa zona de la mente que se da cuenta que algo no funciona bien y que hay que hacer algo para arreglarlo. Nace en la zona consciente de la mente y, durante mucho tiempo, funcionará fundamentalmente desde ahí. Con el trabajo realizado, irá madurando, transformándose y ampliándose, soltando muchas Ideas Aceptadas (creencias) que había en la mente sobre sí misma y abarcando amplias zonas de lo que antes era inconsciente, que tras la comprensión y apertura interna, van pasando a ser conscientes.
Al principio, y producto habitualmente del malestar pero también de momentos de especial conexión que en casi todas las mentes se producen por muy imbuidas que estén en el mundo construido desde las Ideas (Personaje, Yo-Idea y Yo-Ideal), el Yo-Experiencia apenas se vislumbra como destellos de lucidez dentro de un mundo interno desconectado de la realidad.
Como bien indica Blay, el Yo-Experiencia es el currante en todo este reparto. Es la zona de la mente desde la que afrontamos el trabajo de deconstruirnos como personajes y reconstruirnos como personas. Es el espacio interno desde el que adquirimos la capacidad de cuestionar toda la película, desde su propia raíz, es decir, reconociéndola como tal, identificado todo el entramado de Ideas o creencias, pensamientos, sentires, etc., como el producto de un error de base en nuestra mente, como el resultado de su identificación con las diferentes formas que han aparecido y como consecuencia del olvido y la desconexión con respecto a la realidad que somos.
Desde el Yo-Experiencia somos capaces de observar de manera suficientemente objetiva (nunca totalmente) para ir avanzando en la comprensión de la verdad, debemos también adoptar la actitud adecuada (PACÁ) e iniciar un proceso de sub-sanación de los errores que se han ido acumulando en nuestra mente, prácticamente, desde el día de nuestro nacimiento.
Pero este camino no es nunca una línea recta ni una escalera con unos pocos peldaños. La mente, en su desconocimiento mantiene una visión muy simplista sobre sí misma y sobre los procesos de cambio a realizar. Hemos de tener en cuenta que el cerebro humano es el objeto, la unidad de funcionamiento, más compleja de todas las conocidas. No hay nada, ningún ser vivo ni ninguna máquina, que se le parezca.
Por tanto, el proceso de su transformación será también complejo y arduo, lleno de altibajos, de momentos de pérdidas y confusiones, de idas y venidas y de frustraciones. Y también lleno de momentos de grandes avances y alegrías, de comprensiones que nos abren a nuevas realidades, de experiencias que nos colman y nos acercan a la deseada plenitud, de gozo y satisfacción por ser capaces, poco a poco, de ir pasando del mundo de las ideas a la experiencia directa de ser.
Si el camino va bien, si vamos haciendo el proceso de transformación convenientemente, el Yo-Experiencia irá madurando, irá comprendiendo y aprendiendo a gestionar, pasará de aprendiz a maestro y nos irá mostrando, en su propia maduración, el camino hacia el Yo-Central.