La confianza

Tras ver cómo funciona el “circuito” de las energías en los seres humanos, hoy nos toca tratar detenidamente una de las dos energías que podríamos denominar como claves o básicas. Son la confianza y el amor-afectividad (que veremos próximamente).

La confianza es, quizás, la energía fundamental del Foco Energía Vital. Esto es así porque su existencia o no, determina al resto de las energías de dicho Foco y, por tanto, al conjunto de todas nuestras energías. Así, la vitalidad, la fuerza, las ganas y/o motivación, el gozo, la alegría y otras, se activan o refuerzan cuando en la persona hay confianza de base, que se manifiesta como un fondo envolvente de esta energía cálida.

Hablamos de una confianza de base, que no debe estar condicionada a ninguna circunstancia. Una persona no ha de cumplir ningún requisito para poder contar con esta energía. Todo al contrario, vivir en y desde la confianza es nuestro estado natural que se da, siempre y cuando, se hayan dado unos mínimos requisitos, como son:

– Una transmisión adecuada en la infancia, por parte de las principales figuras de apego, normalmente mamá y papá. Cuando la criatura recibe confianza incondicional desde papá y mamá, aparece en ella esta energía envolvente que será uno de sus mayores tesoros a lo largo de su vida. De forma natural, el niño o la niña mirarán y se relacionarán con la vida, desde la confianza.

– En segundo lugar tenemos las experiencias de vida. En este punto, hay que indicar que, habitualmente, una carencia en la transmisión provocará una estructura mental que facilitará experiencias negativas que dificulten la aparición de la confianza. Es el fenómeno de “profecía autocumplida” que tantas veces se da.

Así, una mente que no perciba confianza en el estado energético base, sufrirá los múltiples efectos que en este texto se describen, tanto en la auto-noción y percepción de sí, como en la visión y disposición ante los eventos que haya de afrontar. Esto hará que ese afrontamiento no sea el más adecuado, lo que provocará que las experiencias que vive la persona tengan una clara tendencia a ser negativas o, al menos, mucho menos positivas.

– Y, por último, es necesario nombrar también la estructura genética individual. Aunque en ningún caso este factor sería suficiente para impedir que se dé la confianza en una persona, hay que recordar que no hay dos personas iguales y, por tanto, la variabilidad individual hará que unas sean más propicias para que se dé la confianza en ellas y otras menos.

Como se podrá comprobar, en ninguno de estos requisitos se incluye la condición de tener unas capacidades u otras o de actuar de una manera o de otra. Sencillamente, porque la existencia de confianza en una persona, no depende de esto.

Sin embargo, nuestra cultura generalizada no lo interpreta así y, en la inmensa mayoría de los casos, las personas creen que han de cumplir unos requisitos, dar unos resultados concretos o tener determinadas capacidades o conductas, para ser dignas o tener derecho a que en ellas se produzca la confianza.

Esta es una de las Ideas Aceptadas (Creencias) erróneas que más daño nos hacen, pues nos aleja de nuestro estado natural que es vivir en conexión con, o desde, la confianza. Y esto es algo que nuestra mente necesita para funcionar correctamente. Es una Idea Aceptada errónea que tiene amplias repercusiones negativas en nuestra vida. ¡Y todo se debe a un error de comprensión!

Sí es cierto que, en un segundo nivel de funcionamiento, esta energía puede proyectarse en objetos (internos o externos) concretos. Es cuando hablamos de “tener confianza en…” Pero este es un nivel secundario que en nada puede empañar ni mezclarse con el nivel del fluir natural de nuestra confianza base.

También cabe mencionar la confusión que suele darse entre confianza y seguridad. La seguridad, al contrario que la confianza, sí es producto de una valoración que hace el sistema de juicios de nuestra mente. Aquí el trabajo consistirá en asegurarnos de que ese sistema de chequeo y valoración continua del que disponemos, funciona correctamente. (Lo veremos en un próximo artículo).

Puedo estar envuelto internamente en confianza pero puedo no tener la seguridad de que si me lanzo al mar, podré salvar a esa persona que se está ahogando. No, si por ejemplo, no sé nadar. Necesito que mi sistema de juicios funcione correctamente para que me aclare en qué circunstancias puedo actuar y cómo.

En cuanto a sus efectos concretos, cuando la confianza de base es percibida por la mente (recordemos que, en primer lugar, llega al Inconsciente) genera sensaciones de calidez, serenidad, bienestar y confort internos. Es una sensación de que algo así no envuelve internamente.

También produce una sensación de encaje interno. La persona se siente encajada en sí y, por tanto, tiene una base y referencia sólidas para su interrelación con la vida y las otras personas. Y, como consecuencia de todo esto, aumenta la sensación de presencia interna. Ya no aparece un desierto interior desolado, borroso u oscuro como noción profunda de nuestro interior.

En su relación con el foco amor, la existencia de confianza favorecerá el fluir de las energías afectivo-amorosas.

Además, se produce una positivización general de la mente (también del Consciente). Actúa directamente sobre el Foco Inteligencia, favoreciendo una visión más certera, global e integradora de nuestra realidad, tanto exterior como interior. Es decir, mejora nuestra capacidad para comprender lúcidamente la realidad. Y también nuestra creatividad.

Nos convertimos en personas más eficientes, más certeras, pues nuestra expresión y acción hacia fuera es más adecuada y eficaz, aumentando nuestro ánimo, vigor y fuerza, con lo cual, obtendremos siempre mejores resultados cuando actuamos desde la confianza que cuando lo hacemos desde la no-confianza o la desconfianza.

Cualquier persona puede, y debe, corroborar esta realidad a través de su experiencia de vida.

Y a partir de este cambio de visión sobre la confianza y la comprensión sobre los efectos que produce, aparecen dos evidencias que nos servirán enormemente para afianzar el proceso de cambio. La primera es que,

Puedo tener confianza en la confianza y sus efectos

Y, a partir de aquí, puedo tener la confianza en que:

Desde la confianza voy a responder mejor a los eventos de la vida

NOTA: En el siguiente artículo se abordará la gestión de la confianza y su movilización.

3 opiniones en “La confianza”

  1. Buenas noches, no se si es, el mismo tipo de confianza que ciertas personas manifiestan (confianza en uno mismo) o es una confianza mas primaria, y profunda, me resulta muy abitual, comprobar que la confianza de mucha gente, se soporta en lo material o en la intención de mostrar confianza y seguridad en uno mismo, sin ir mas lejos, como ejemplo, yo mismo manifiesto ante los demas en mi trabajo, seguridad y solvencia, dandome cuenta posteriormente, de que mi ego, y por la falta de esa confianza genuina que no me inculcaron mis padres o que no pude-supe generar, tomó las riendas de la situaci cual personaje fingido, .Entonces,¿ donde buscar esa confianza al meditar? ¿ en la esperiencia del ego o en las raices de mi niño?.

    1. Efectivamente, Juanma, de lo que estamos hablando es de una confianza de base, natural, que no ha de estar condicionada a nada. Lo otro de lo que hablas tiene más que ver con la seguridad, que sí está sometida a un juicio o valoración de la mente.
      Preguntas que dónde buscarla. Pues en cualquiera de los dos lugares que nombras o en cualquier otro. Eso sí, de los dos ejemplos que pones, conectar con las raíces de tu niño y permitir que fluya la confianza es la vía más adecuada y que menos inconvenientes te va a provocar.
      Pero, en realidad, todo vale para provocar que empiece a fluir la confianza. Luego apartaremos la idea o figuración utilizada y nos quedaremos con la energía que ha empezado a fluir.
      Todo esto lo tienes más desarrollado en el artículo sobre la gestión de la confianza, que se publica hoy.
      Muchas gracias Juanma por tus interesantes comentario.

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