Cuando el resultado del juicio que se produce tras el hecho o situación y que antecede a la reacción, resulta negativo, se produce el impulso energético que conocemos como rechazo. Recordemos que el hecho inicial puede ser externo o interno, es decir, una actividad de nuestra mente.
Ambos, deseo y rechazo, forman parte del mismo sistema y solo se diferencian en la dirección en la que nos lleva ese impulso energético. Así pues, los rechazos tienen la misma naturaleza que los deseos.
En su observación habremos de tener en cuenta una cuestión previa; es perfectamente compatible que ante una misma situación, nuestra mente emita a la vez deseos y rechazos. Deseará algunas de las energías que entiende que se pueden producir y rechazará otras energías que cree que también se puedan dar. Como siempre, no rechazamos las contradicciones en nuestra mente, sino que las aprovechamos para profundizar más en la observación.
Al igual que los primeros, en los rechazos podemos hacer una distinción entre los naturales y los construidos.
Los rechazos naturales van desde esa sensación cuando nos alimentamos, que llamamos saciedad, hasta lo que llamamos cansancio o agotamiento que nos lleva a rechazar más actividad, ya sea física o psicológica. Aunque, como siempre, no podemos olvidar que, incluso en este nivel más primario y natural, también están influyendo las construcciones mentales.
Los rechazos construidos provienen, normalmente, de experiencias previas que nos produjeron algún tipo de malestar. Se produce un aprendizaje y nuestra mente generará una actitud negativa y rechazará que eso se vuelva a producir. A veces, la mente asocia situaciones que le recuerdan en algo a una anterior y emite un rechazo. De esto se deduce que el rechazo también tiene la capacidad de activar o determinar nuestro afrontamiento hacia el futuro.
Estos aprendizajes y asignaciones de la mente son muy variables de unas personas a otras. Al igual que ocurre con los deseos, habrá mentes que rechacen situaciones de mucha intensidad, alteración, estrés, novedad o cambios. Y habrá otras mentes que, sobre todo, lo que rechacen sean las situaciones cotidianas, anodinas, habituales, controladas, sin grandes novedades ni intensidades.
Esto nos lleva, como tantas otras veces, a mirar el sistema Bienestar/Malestar para comprender cómo funciona en nuestro caso concreto. ¿Qué es objeto de Bienestar o Malestar para mi mente y por qué. Nuestro trabajo consistirá en observar todo esto desde una actitud adecuada y preguntarnos, como siempre, por qué y para qué hace mi mente esto… Y desde qué posición o visión lo hace.
En general, haremos esta observación sabiendo que las mentes huyen de todo lo que les acerque a la construcción mental negativa y limitante que llamamos Yo-Idea y quieren acercarse a la construcción mental que llamamos Yo-ideal.
Los rechazos, al igual que los deseos, fomentan la construcción de escenarios mentales que influyen en nuestra visión de la realidad y en el sistema de referentes que maneja nuestra mente. A menudo, por ejemplo, situaciones que generan malestar en el Inconsciente, cuando no están bien identificadas, provocan que el Consciente haga una construcción mental para darle un soporte lógico y coherencia al sentir que proviene del Inconsciente.
Un ejemplo de esto puede ser una situación que se da bastante a menudo:
Ocurre un hecho, aparentemente insignificante con una persona, por ejemplo, con un señor que nos cruzamos habitualmente por la calle pero al que, en realidad, no conocemos de nada. No hablamos de una acción por parte de esa persona, no necesariamente. Quizás haya sido un pequeñísimo detalle originado por un despiste propio.
Pero este hecho puede producir una alteración que, si no es identificada, puede ir creciendo y generar un malestar en nuestro inconsciente. Este malestar, no identificado, será recibido por el consciente y lo que sí notará es que aumenta cuando se produce un encuentro o interacción con esta persona o se activa la idea de ella dentro de mi mente.
A partir de ahí, y bajo este paraguas de inconsciencia, el Consciente intentará dar un soporte lógico a nuestro malestar. Y no es extraño que nuestra mente acabe asignando alguna cualidad negativa a esa persona… A la que, por cierto, recordemos que apenas si conocemos de vista.
Sirva este ejemplo para que comprendamos lo importante que es “darse cuenta”, es decir, comprender e identificar bien lo que está ocurriendo en nuestra mente pues, de lo contrario, nos llevará por caminos indeseados y llenos de baches.