Con el nombre de expectativas nos referimos al proceso de generación de un escenario mental referido generalmente a cómo va a ser y qué va a provocar una situación o evento por venir. Este escenario virtual, imaginado, es el resultado de un juicio que realiza la mente, dirigido a comprender qué es lo que va a ocurrir y a prepararse lo mejor posible para ello.
Las tratamos específicamente, sobre todo, por la enorme repercusión práctica que tienen en nuestras vidas.
Cabe recordar que, en realidad, la mente esta haciendo una previsión de las energías que se van a provocar en esa situación. Los hechos o circunstancias no son más que el objeto intermediario que va a provocar esas energías.
Desde el punto de vista evolutivo, aquellos individuos que fueron capaces de recrear con mayor precisión situaciones venideras, obtuvieron una ventaja competitiva con respecto a aquellos en los que este sistema no funcionaba con la misma precisión.
En nuestros tiempos, esto sigue siendo así pero con muchos matices. La actual situación generalizada de desconexión de lo natural y de nuestras propias energías y, en general, las dinámicas establecidas en las sociedades en que nos ha tocado vivir, han provocado una importante distorsión, también en este sistema o mecanismo de funcionamiento.
Entre sus principales elementos que intervienen en el sistema de generación de las expectativas, están:
– Una posición, estado y actitud previa de la mente.
– El juicio en sí, incluyendo todos los elementos que componen cualquier juicio, especialmente, los criterios y referentes que se están aplicando.
– El escenario virtual generado: “Va a ocurrir esto y lo voy a vivenciar así. Al menos, es casi seguro”.
– La reacción de la mente ante ese escenario, que puede llegar a alterar por completo el estado de la persona. De hecho, tienen gran capacidad para influir en nuestro estado de ánimo.
Las razones por la que la generación de las expectativas es tan común y tiene tanta incidencia en nuestras vidas, además de por sus ventajas evolutivas, son varias:
– Dan sensación de más control y seguridad. También de más inteligencia y capacidad.
– Cuando son positivas, generan subida de las energías de bienestar y placer.
– Cuando son premonitorias de alteraciones y malestares, interviene una Idea Aceptada o creencia muy común: “Si me sitúo en lo peor, voy a estar mejor preparadx y voy a sufrir menos si esto ocurre” (gravísimo error pues esto no nos prepara más ni mejor y lo que sí hace es generar una realidad interna llena de negatividades y peligros que, a la postre, es peor que la propia situación temida).
– Otra Idea Aceptada igualmente errónea y dañina es: “Piensa mal y acertarás”
– Noción de verdad: esto es verdad, me viene de lo más profundo y es la verdad última.
– Identificación: No hay perspectiva con respecto a esta actividad y, por tanto, aparece una noción profunda errónea de “soy yo”.
– La dificultad del inconsciente para distinguir entre realidad y ficción y, por tanto, la vivencia de realidad que produce la expectativa.
Como tantos otros, cuando la mente está inmersa en un cuadro de ansiedad prolongado, este sistema funciona de manera distorsionada y exagerada. Producirá expectativas extremas y muy alteradoras: tanto cuando imagina y desea ansiosamente el bienestar-placer como cuando imagina, teme y rechaza el malestar, que se convierte en una imagen de “horror” cuando hablamos de fobias.
¿Qué puedo hacer? ¿Cómo gestionar adecuadamente las expectativas que genera mi mente?
Al igual que ocurre con otras funciones de nuestra mente, las expectativas han tenido muy mala fama en determinadas tradiciones culturales, especialmente, las orientales. Pero, recordemos, aquí partimos del planeamiento de que nada sobra en nuestra mente, todo cumple una función y lo que hay que hacer es conseguir que funcionen correctamente y de manera perfectamente coordinada e integrada, todos los sistemas. No que desaparezcan.
El trabajo con las expectativas es uno de los más agradecidos de todos los que podemos hacer en nuestro proceso de Autorrealización. Es decir, es de los que mayor efectividad tiene y rendimiento nos aporta en relación con el esfuerzo y dificultad que conlleva. Además, sus resultados son bastante evidentes.
Esto, que pudiera parecer algo muy positivo, y lo es, puede convertirse en un problema, pues nos puede llevar a controlarlas y cortalas alegremente y en exceso, lo cual, como siempre que hacemos esto con alguna función mental, provocará problemas sobrevenidos, derivados del cortocircuito provocado en el fluir de las energías y lo abrupto de un cambio impuesto desde fuera, sin respetar el natural funcionamiento de nuestra mente.
Por ello, la gestión de las expectativas es algo delicado, sensible, ante la que hemos de posicionarnos muy bien y cuidar mucho, especialmente, de no excedernos en su control ni limitar a eso nuestro trabajo. Al contrario, además de atarlas corto cuando sea necesario, habremos de mantener siempre una mirada curiosa, observadora y desde la actitud adecuada, para poder ir comprendiendo cada vez mejor su funcionamiento y, sobre todo, las causas concretas que provocan que nuestras expectativas sean esas y no otras.
Las expectativas conscientes
¿Por qué y para qué está generando mi mente estas expectativas? ¿Qué desea o rechaza? ¿Qué teme? ¿Qué carencias, creencias, experiencias sin resolver, etc., hay en el origen de todo esto?
Estas son algunas de las preguntas que nos abrirán la puerta al camino de la comprensión, siempre tan necesario.
¿En qué circunstancias, nuestra gestión debe ir dirigida a controlarlas, reducirlas e, incluso, eliminarlas? Como siempre, el límite debe ser cuando me hace daño o hago daño a otras personas. La proporción del daño y nuestra capacidad para asimilarlo, influirá también en la dimensión de la intervención que se haga necesaria.
Unas expectativas negativizadas pueden llegar a provocar una grave alteración en el estado de la persona y llevarla a un nivel de adicción, rechazo y sufrimiento muy elevados, dándose además una pérdida de la conexión con la realidad, es decir, la persona vive en el mundo virtual que ha generado la expectativa y no en su realidad concreta. Cuando se constante la repetición de esta situación y no identifiquemos otra manera de hacerlo, puede ser conveniente una acción dirigida a cortar, al menos temporalmente, la generación de expectativas en nuestra mente.
Igualmente, unas expectativas artificialmente positivizadas, pueden generar un nivel similar de malestar, por la pérdida de realidad y los deseos ansiosos que pueden generar.
En la fase de observación mantenida inicial, también hemos de incluir la comprobación de la expectativa generada con los hechos concretos realmente acontecidos. Esto nos dará un buen instrumento de trabajo, pues en la posterior gestión, podremos contrastar lo imaginado con lo real y mostrar la evidencia a nuestra mente de sus repetitivas equivocaciones. En este punto tendremos que tener en cuenta el fenómeno de “profecía autocumplida”, es decir, la incidencia real que una expectativa puede tener en cómo ocurren los hechos y cómo se vivencian, en la práctica.
Como producto de un juicio que son, puedo aprovechar mi conocimiento sobre el sistema de juicios para identificar prontamente los elementos que están interviniendo y observarlos individualmente para comprobar si están funcionando correctamente. Especial interés tendrá, hacer esto, con el estado previo de mi mente y los criterios que ha utilizado para generar dicho juicio. También observaremos el sistema de referentes activo, que determinará la importancia que le asigne la mente a la nueva realidad virtual generada.
Esta observación mantenida permitirá que llegue un momento en que ya estemos en condiciones de favorecer un reaprendizaje profundo en nuestra mente, que habrá de pasar del hábito de elaborar expectativas de manera inconsciente y, por tanto, de manera automatizada, inconcreta y limitada, a hacerlo de una forma plenamente consciente.
Además del trabajo de observar, comprender para tomar conciencia del proceso, podemos ir un poco más allá y hacernos presentes en todos los puntos del mecanismo, desde el estado inicial que suele ser carencial, hasta el mismo proceso concreto del juicio y, sobre todo, en los resultados que genera, es decir, en el escenario mental que nos ofrece como el futuro que va a ocurrir, con total o casi total seguridad.
Para ello, vamos favoreciendo la aparición y consolidación de una posición interna, de una noción profunda de yo, una presencia interna de mi ante las expectativas, su proceso de elaboración y las consecuencias reales que provocan. Algunas preguntas que pueden favorecer este trabajo, son:
¿Qué hay en mí antes de la generación de las expectativas? ¿Qué soy ante esas expectativas? ¿Qué puedo ser, vivir, sentir, comprender, crear… siendo yo, aquí y ahora, sin que haya expectativas en mí o viéndolas en perspectiva sin que me determinen? Y observo también cómo mi mente se había identificado con toda esta actividad, hasta ahora, inconsciente.
Por último queda contrastar con la práctica, que haremos observando e interiorizando las evidencias, de si la nueva forma de generar expectativas nos resulta más provechosa y si se adecúa más a la realidad. A ser posible, sé tú, hazte presente (desde tu Centro o lo más cerca que puedas) viendo ambas formas de funcionar.
Como siempre, habremos de comprender que, durante un tiempo, ambos sistemas convivirán, pues el hábito inconsciente tarda bastante más tiempo en desaparecer que lo que tarda nuestra comprensión consciente en completarse.
Mucho PACÁ ante todo esto.