Gestionando los deseos y rechazos (2) ¿Qué hacer?

En el mundo de la espiritualidad, tradicionalmente, los deseos han tenido muy mala fama. Y ha ocurrido lo mismo con los rechazos. Diversas tradiciones nos hablan de apaciguar y hasta de cortarlos, nos hablan del No Deseo, como vía para conseguir la tan ansiada iluminación.

Esto tiene su parte de razón. Las mentes que viven en el mundo de las ideas y el condicionamiento, son arrastradas por el juego que se establece entre las carencias y necesidades no cubiertas y los ideales que construye, en pos de que el malestar que se produce no esté. Lo intenta optando, habitualmente, por la vía de la compensación, es decir, provocando que se genere una nueva energía, que produzca bienestar o seguridad y que tenga la suficiente intensidad y consistencia como para que ya no sea perceptible la originaria, de la que está huyendo.

Y los deseos son la correa de transmisión y retroalimentación de este engranaje. La mente vive generando constantemente deseos con el fin de apaciguar el malestar y generar energías más agradables. Y, a veces, lo hace llevando la situación al extremo. Esta situación extrema se produce cuando las energías producidas por este sistema son tan intensas que, en sí mismas, produce un aprendizaje profundo que genera, cada vez, más deseo o rechazo.

Estas situaciones extremas las denominamos, comúnmente, como adicciones en el caso de los deseos y como fobias, en el caso de los rechazos. Ambas son exageraciones, hasta la distorsión, de este sistema. En las adicciones, la mente busca ansiosamente volver a obtener una energía. En el caso de las fobias, el rechazo extremo generado por una visión de “horror” retroalimenta un círculo vicioso que puede llegar a ser invalidante. Habitualmente se produce en el marco de un cuadro de ansiedad. Dadas las graves repercusiones que tienen estas distorsiones, las trataremos en un escrito posterior.

Pero desde la perspectiva desde la que se plantea aquí el trabajo de Autorrealización, en general, nunca la opción correcta es tapar o cortar un sistema de nuestra mente. Sólo en algunos casos extremos de adicciones o fobias, habrá que hacer una intervención más amplia, compleja y usando herramientas más contundentes, para preservar la salud y bienestar propios y de las personas que nos rodean.

La línea habitual es, más bien, sanar todos los sistemas mentales para que funcionen correctamente y de manera coordinada, en el entendimiento de que es la mejor manera de conseguir un estado de plenitud y crecimiento.

Si cortamos algo, es verdad que es posible que en un primer momento sintamos el alivio de una bajada del malestar. Pero, además de que esto es siempre pasajero, resulta que el pago que estamos haciendo por ese alivio temporal es enorme: amputamos una parte del funcionamiento de nuestra mente y taponamos una vía para conocerla mejor. Además, esa vía energética que estamos cortando, necesariamente buscará otra manera para expresarse y cumplir su función, así que, muy probablemente, los problemas nos surgirán por otro lado y con una forma distinta. Doble trabajo.

En el caso de los deseos esto puede llevarnos a una situación que podría adquirir tintes casi dramáticos: personas que, siguiendo lo dictado por algunas corrientes espirituales, cortan sus deseos y que, como consecuencia indirecta, pierden buena parte de su vitalidad, de sus ganas… Se les “gripa” el motor de vida. Esto es así porque, en la mente condicionada, los deseos cumplen la función de generar ilusiones, ganas y, por tanto, motivación para hacer, vivir, etc.

Así pues, el trabajo de gestión del sistema de emisión de deseos y rechazos se atendrá al objetivo de sanarlo lo más que podamos, pero nunca cortarlo o taponarlo. Necesitamos de toda nuestra mente, de todos sus sistemas. No sobra nada. Todo es necesario para conseguir una situación óptima de funcionamiento y desarrollo.

Esto, aplicado a nuestro proceso de observación, nos lleva a recordar una mirada muy importante que hemos de aplicar siempre ante lo que vayamos encontrando: Es “Y” y no “O”. Todo lo que aparece está y está cumpliendo una función, todo tiene sus causas y sus efectos. Ante esta realidad, cuidaremos que nuestra comprensión sea integradora de lo nuevo, nunca desde una mirada de exclusión. Nuestra mente es muy compleja y, aunque aparentemente algunas cosas nos parezcan contradictorias, habremos de integrarlas todas como partes de una realidad más compleja. Ahí empezaremos a posicionarnos en la mirada adecuada para una mayor comprensión.

Pero sí que es importante y, a veces, urgente arreglar el funcionamiento de este sistema. De hecho, un deseo mal gestionado (no identificado, rechazado, tapado, compensado inconscientemente, o no situado adecuadamente en su cumplimiento) suele generar un mal fluir de las energías del Foco Energía Vital: la confianza, la alegría, el gozo, la fuerza, las ganas-vitalidad, etc. Y algunos de los síntomas que notaremos como consecuencia de una mala gestión de nuestros deseos, serán: gran inestabilidad, desgana, tristeza, apatía, desmotivación y, especialmente, tensión-ansiedad.

No rechazamos ni unos ni otros. Los observamos desde la actitud adecuada (PACÁ). Pero tampoco los aceptamos como una verdad absoluta, ni les asignamos la categoría de “Yo” (este es mi yo profundo y esto es lo que deseo o rechazo yo). Como siempre, en la medida que consigamos identificarnos menos con lo observado, aumentará nuestra libertad y capacidad de gestión y cambio.

El trabajo consistirá en aprender a no tapar. Abrirse, permitir que se expresen todos los deseos, tanto los conscientes como los inconscientes o profundos. En este punto, especial atención habrá que prestar a los mecanismos ya automatizados que rechazan o tapan el normal fluir de estos deseos.

Como en la mayoría de los casos hemos juzgado y controlado nuestros deseos-rechazos desde hace mucho tiempo y desde un construido Yo-mental aparentemente sólido. Esto hace que, en un principio, pueda aparecer una dificultad para conectar con los más profundos y hacerlos conscientes. Por ello es conveniente hacer un trabajo progresivo de observación. Inicialmente identificaremos aquellos deseos que nuestra mente sí se permite y, paulatinamente, iremos ampliando la observación.

La mente tiende a tapar los deseos por las siguientes causas:

– Cuando entiende que no son adecuados o propios de mí/sí.

– Cuando entiende que no se van a poder cumplir o que su cumplimiento real sería negativo por alguna causa.

– Cuando entiende que está en muy mal estado y que, por tanto, hay cuestiones que son prioritarias. La negatividad invade y anula las energías del foco energía, también de los deseos.

– O por un concepto erróneo aprendido: “No ha de haber deseos”.

Habitualmente, el origen de estos mecanismos (especialmente en los dos primeros casos) habrá que buscarla en un aprendizaje producido a lo largo de la infancia y adolescencia.

En este apartado, especial atención a la actitud que mantiene nuestra mente ante los deseos-rechazos y su posible cumplimiento. Hemos de cuidar que sea una actitud abierta a su expresión y no determinada sobre su plasmación. Dicho de otra manera, el que nos abramos totalmente a la expresión de nuestros deseos profundos no quiere decir que nos obliguemos a su cumplimiento-satisfacción de manera automática. Eso ya se verá y dependerá de muchos factores y circunstancias que habrán de ser gestionadas.

Un buen ejercitamiento para esto puede ser, en relajación-meditación, conectar libremente con el deseo profundo de nuestrx Niñx Interior. Sin que interfiera el hecho de si pueden ser realizados o no, o de si son correctos o no, o de si es “bueno” tenerlos o no. En una segunda fase, una vez que esos deseos-impulsos se hayan identificado y normalizado, se podrá mirar si responden a una necesidad real de desarrollo y bienestar o responden a otras causas.

Una vez que están, podemos empezar a atender y comprender al “YO” (Infantil/profundo) del que emanan esos deseos y comprender por qué están ahí. Y lo hacemos acogiendo a nuestrx Niñx Interior y conectando, comprendiendo y empatizando profundamente con su estado, ése desde el que está emitiendo ese sentir. Esto es muy importante de cara a la decisión final sobre qué hacer con esos deseos, si permitirlos totalmente, graduarlos o no abrirse a su cumplimiento.

Esta decisión dependerá de muchos factores y será la persona, a cada momento, quien tome las decisiones oportunas. La condición para que la decisión sea lo más correcta que nos sea posible en ese momento y circunstancias, es una profunda apertura y comprensión de lo que está ocurriendo.

También hemos de aprender a distinguir deseos instrumentales (Ej. quiero comprarme tal cosa… porque eso producirá en mi mente un estado-energías que quiero y además alejará el malestar), de los deseos base, digamos “naturales” o propios y necesarios para el desarrollo de la persona: Deseo de ser yo, de vivir la vida con la suficiente autenticidad e intensidad vital, de…..

No obstante, el hecho de que un deseo sea puramente instrumental, no significa que hayamos de rechazar su cumplimiento. La clave, como siempre, está en hacer las cosas con plena conciencia. En cualquier caso, con este tipo de deseos siempre es conveniente hacer el ejercicio de situarnos, imaginariamente, en su cumplimiento y poder observar así, qué energías se generarían en tal situación: eso es, precisamente, lo que está buscando nuestra mente.

Os deseo que la lectura de estos texto sobre el sistema de deseos y rechazos os haya ayudado en algo. Os deseo bienestar y crecimiento, al igual que deseo para mí, con total ecuanimidad y reciprocidad. Y lo hago desde un sentir profundo, acogido en mí, siendo profundamente yo, un yo que no separa, que no está atrapado en una maraña de ideas y que, por tanto, no me hace creerme el centro o más o menos importante que nada ni nadie.

Que os llenéis de confianza y amor.

2 opiniones en “Gestionando los deseos y rechazos (2) ¿Qué hacer?”

    1. Gracias a ti por estar ahí y por el trabajo que estás haciendo. Como siempre que una persona hace un esfuerzo honesto por su propio desarrollo, el tuyo está beneficiando a otras personas. Me consta. Un beso muy grande, Mónica.

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