En un artículo anterior “Un mapa básico de la mente” se enumeraban los 5 elementos o zonas en que podemos dividir nuestra mente que, recordemos, es el órgano o unidad de funcionamiento más complejo de todos los conocidos en nuestro Universo.
Hoy, toca ampliar esta información completándola con los dos planos o dimensiones de funcionamiento que podemos observar y sus principios básicos. Con esto, tenemos un mapa o guía lo suficientemente completa como para que nuestra observación y comprensión sean óptimas.
Recordemos; los 5 elementos principales son: Consciente, Inconsciente, Zona de energía base, la Consciencia global-central y el cuerpo, que se incluye también en este listado pues su interacción con los otros elementos es tal que, difícilmente, se puede considerar, funcionalmente, como algo aparte.
Estos elementos interactúan constantemente en dos dimensiones básicas: la de las ideas y la de las energías.
Por el plano de las ideas entendemos toda aquella actividad mental construida en base a conceptos, nociones, ideas e imágenes, pensamientos, razonamientos, etc.
El plano de las energías lo podríamos dividir en dos apartados; en primer lugar el de las energías (emociones, sentimientos y sensaciones) que tienen la función de ser elementos en la comunicación inter-sectores dentro de la mente. Recordemos que una emoción no es más que el mensaje que envía el Inconsciente al resto de la mente para comunicar un estado o una situación.
En segundo lugar, estarían las energías básicas, las que nos encontramos en el elemento anteriormente denominado como zona de energías bases. Están compuesto por aquellas energías que son necesarias para el funcionamiento de la mente (y por tanto de la persona en su globalidad) y, de manera muy concreta también, de aquellas que la mente desea-busca o rechaza. (Lo veremos más ampliamente en los principios de funcionamiento).
Aquí podríamos hablar de la identificación de la mente con el plano de las ideas, de Matrix o, también, del mito de la caverna planteado hace dos milenios por Platón. Todo ello nos lleva a la evidencia de que nuestra mente ha proyectado en ese mundo de las ideas lo que, en realidad, se mueve en el mundo de las energías. Nuestra cultura racional ha magnificado el plano de las ideas (Pienso luego existo) y ha desechado o minusvalorado el plano de las energías que, a la postre, es el fundamental.
Así, cuando nuestra mente desea que se cumpla algo, un objetivo social, profesional o personal, lo que en realidad está buscando es que se generen, en ella, unas determinadas energías: satisfacción, validación, gozo, intensidad vital, seguridad, confianza, afectividad, cariño, amor… Y un largo etcétera. Y también cuando teme o rechaza algo, lo que en realidad teme o rechaza, son las energías que prevé que eso va a provocar en ella.
Es muy importante que nuestra observación incluya estas dos dimensiones, la de las ideas y escenarios mentales construidos por un lado y, por otro, el del fluir de las energías y las respuestas y actitudes, ante esas energías. Si no es así, la comprensión nunca tendrá la profundidad y concreción necesarias.
Hay que imaginar a nuestrx Niñx Interior como un animalillo, un mamífero que desea unas energías y rechaza otras. Así es su funcionamiento básico.
Y esta imagen nos va a ayudar enormemente para comprender. Estos principios o leyes naturales, rigen todo el funcionamiento de nuestra mente y, por tanto, nuestra vida. Los conocemos coloquialmente como instintos básicos y los reconoceremos en nuestro interior a poco que apliquemos la mirada adecuada. Son:
– Supervivencia y seguridad. La mente buscará su/nuestra supervivencia a toda costa. La seguridad es la vía para asegurarla. Son derivados de este principio, el anhelo por sentir la valía y la capacidad para afrontar la vida y la aceptación e inclusión por parte de las demás personas.
– Trascendencia: sentido y propósito de nuestra vida. Además de alargar al máximo nuestra existencia, la mente busca una explicación, algo que justifique nuestra existencia y, a ser posible, que la alargue indefinidamente.
– Bienestar: La mente siempre elegirá el bienestar ante el malestar. Esto la sitúa en una posición optima de funcionamiento y cree que le asegura mayor supervivencia. Cuando no encuentra el verdadero bienestar, tomará sucedáneos como el placer.
– Plenitud y/o intensidad vital: La plenitud es buscada por la mente. En el fondo no le vale con menos. La sensación de intensidad vital, de estar viviendo la vida, el momento, con la suficiente intensidad vital es uno de los indicadores que más tiene en cuenta.
– Desarrollo y crecimiento: Muy relacionado con el anterior. Es un principio básico de toda vida, que tiende de forma natural, a su máximo desarrollo y crecimiento. También los seres humanos.
Observa tu mente. Comprobarás que todos aquellos objetos (físicos o no) que desea, en realidad, son proyecciones en el mundo de las ideas de lo que ella cree que favorecería la aparición de estas energías. Recuerda la idea errónea de que de el exterior ha de venirme algo para que en mí se den determinadas energías.