La actitud adecuada. Vente PACÁ

Si bien es cierto que no podemos decidir sobre nuestra mente, es decir, no podemos decidir que cambie en tal o cual sentido, sí que tenemos la posibilidad de ir estableciendo las condiciones adecuadas para que nuestra mente vaya cambiando en la línea deseada.

Una de las herramientas más potente que tenemos para gestionar nuestra mente y, por tanto nuestra vida, es la actitud profunda que generamos y desde la que nos posicionamos. Tenemos esa capacidad, la de situarnos en una posición y disposición internas, en una determinada energía inteligente, amorosa y vital. Comprobaremos cómo todo cambia en función de dónde y cómo nos situemos para observar, comprender y afrontar una determinada situación y nuestra vida en general.

Con el tiempo, se irá haciendo evidente la experiencia de que puedes hacerlo, de que tú estás más allá del estado concreto de tu mente… Ve asentando esa presencia que va apareciendo.

PACÁ, es un acrónimo. Una palabra que surge de unas siglas: Paciencia, Aceptación, Confianza y Acogida Amorosa.

La utilizamos para determinar cuál es la actitud adecuada para situarnos a lo largo de todo el proceso de Autorrealización y a cada momento. Es algo aplicable a cada momento, especialmente, nos será de ayuda cuando la sensación de pérdida o desubicación nos invada.

Mil y una veces tu mente de despistará. No luchamos contra eso. Lo aceptamos como algo propio de la naturaleza de nuestra mente y le decimos: Vente PACÁ. Es el referente básico que nunca te va a fallar y que evitará que te pierdas en los vaivenes de la mente. Esta situación se dará tanto en momentos de cansancio y pérdida como en otros de avance, en los que la mente necesita reasentarse en los cambios producidos.

Usa la respiración como primera conexión. Presta atención a tu respiración, no intentes cambiarla, simplemente date cuenta que está ahí y cómo está en este momento. Hazla presente. Nota su presencia. En ese momento, aunque aún no puedas gestionarla, ya podrás identificar la actividad de tu mente. Es el primer paso.

Mantén abierta tu mente a la pregunta: ¿Estoy generando la actitud adecuada en este momento? Haz un alto en el camino y un repaso al PACÁ.

¿Estoy situándome en la suficiente Paciencia o me está llevando la impaciencia?

No se trata de luchar contra la impaciencia. Recuerda que no tiene sustancia propia. Lo que está ocurriendo es una alteración en la situación natural que es de serenidad y paciencia. Por tanto, mira, indaga en la impaciencia… ¿De qué está hecha? Seguramente podrás observar desconfianza, rechazo, inseguridad, miedo, deseos impulsivos, etc.

Respira. No permitas que las prisas marquen el ritmo. Sé tú dándote cuenta de que en ti hay impaciencia, una energía que te lleva a no darte el espacio necesario.

¿Estoy aceptando lo que hay o estoy luchando contra la situación? Y, es más, ¿La situación real es la que ha dibujado mi mente o está equivocada? Para saberlo necesitarás tiempo y espacio suficiente para poder comprobarlo y, para ello, habrás de pasar de la impaciencia a la paciencia y del rechazo a la aceptación plena de lo que, en realidad, haya en ti y en tu vida.

La aceptación no es una actitud pasiva y, mucho menos, de resignación ante lo que hay. Todo al contrario, adopto una actitud de plena aceptación de lo que hay para que mi mente se sitúe en la posición adecuada para observar y comprender la realidad en detalle, sin conformarme con los primeros juicios que haya emitido de forma más o menos inconsciente. La aceptación es el paso previo para generar las energías necesarias (comprensión, fuerza y afectividad) para el cambio.

Plena aceptación de lo que hay, no me peleo con los síntomas, ni pierdo energía con las emociones que me surgen… Y entiendo que no es fácil al principio, pues toda la vida llevo tapando, rechazando, huyendo o generando otra energía mental que compense o que permita que no aparezcan todo el conjunto de emociones y sensaciones que mi mente etiqueta como negativas o inadecuadas.. Hay un mecanismo automático de cortar, evitar…

He de hacer un trabajo para identificar y parar ese mecanismo automático y aceptar en cada momento lo que hay, con una actitud de observación curiosa y objetiva. Lo importante aquí es darme cuenta, observar. No es el momento de intervenir. No importa en absoluto en este momento, arreglar o no arreglar, ya llegará eso. Si tengo prisas y no acepto lo que hay ante mí, mi mente no estará lúcida, no dará con lo que realmente está ocurriendo sino con lo que más miedo le provoca o con los deseos que genera para compensar el malestar. Libérate de todo eso y mira tranquilamente la realidad.

¿Desde dónde parto, desde qué posición: Confianza o Desconfianza? Esta posición es clave tanto a la hora de comprender adecuadamente lo que está ocurriendo como para generar las energías para el cambio que queremos provocar.

Nuestra mente está acostumbrada a basar la confianza en sus capacidades y en una evaluación del pasado. Es decir, hay un juicio emitido (Idea Aceptada) acerca de mi capacidad (en este punto, la mente no distingue entre ella y yo) para abordar la situación. Dicho de otra manera, hasta ahora la mente intentaba proporcionar confianza al “Personaje”, es decir, a esa estructura mental que guarda una idea sobre mí. No se trata de eso.

Pon en cuestionamiento el sistema mental que evalúa y concluye acerca de tus capacidades y sobre los hechos ocurridos o por venir.

La confianza en una cuestión de energía aunque también influye el grado de comprensión que en ese momento tenga mi mente. A la confianza entro por la respiración. Confío en el Ser vivo que soy, independiente de cómo funcione mi mente en este momento. Mantengo la visión mas amplia.

El hecho de que haya confianza en mí, no puede estar condicionado, no puede en unas circunstancias concretas. La confianza real es una energía que fluye desde lo más profundo de forma natural, basada en el hecho irrefutable de que soy un ser vivo y, por tanto, la fuerza de la vida está en mí en la misma medida que en el resto. Soy vida fluyendo.

No hay nada malo en tí. Ningún error de funcionamiento. Puedes confiar plenamente en tu naturaleza profunda.

Y hay una realidad profunda que es la mayor fuente posible de confianza: La verdad me hará libre y suficientemente capaz para afrontar lo que la vida me traiga.

Esto es estrictamente así; el proceso de Autorrealización se basa en el encuentro con la verdad de lo que soy y de lo que es la vida. A cada momento, la verdad me irá liberando del condicionamiento que me limita y esto hará fluir, de forma cada vez más natural, mis energías y, entre ellas, la energía vital y la fuerza. Si busco la verdad aparecerá la confianza pues mi mente comprobará que, cuando disminuyo el condicionamiento de mi mente, fluye fuerza suficiente para afrontar lo que venga. Es así de sencillo.

Esa verdad podrá alterarte en un primer momento pero, al final, siempre te hará crecer.

Si me sitúo suficientemente en el PACÁ, la confianza adoptará su verdadera naturaleza y se convertirá en un aliado.

Esto se verá muy favorecido si adoptamos una visión de la vida como algo dinámico, un fluir continuo que se da en nuestro interior y en del resto de los seres vivos. A cada momento cambia y, por tanto, no se puede acotar desde una idea en nuestra mente. Identifica y cuestiona la idea fija o “foto fija” que tiene tu mente acerca de tí, de las demás personas y de la vida en sí.

¿Desde dónde me estoy viendo, sintiendo y tratando, desde el amor y el acogimiento o desde el miedo y el juicio?

Date cuenta de los juicios que, sobre ti, emite tu mente. Pareciera que no tienes derecho, que no eres una persona digna de ser acogida amorosamente. Cuestiona ese juicio que es emitido desde tu limitada mente inconsciente y primaria… ¿Es esto verdad? ¿Cómo es que yo no tengo derecho a acogerme amorosamente?

Y observa otro error de tu mente, que cree que necesita de alguien externo para que fluya en ti la energía amorosa.

Me contemplo como el ser vivo que soy, complejo, con muchos niveles y dimensiones, hago presente a mi niñx interior, a mis partes más vulnerables y las acojo y abrazo.

Me acojo con la posición de mis manos en mi pecho, sentiéndome y aceptándome, sin juicios, sin condiciones, para situarme en ese espacio de acogimiento, cariño, cercanía y calidez internas. No hay razón, ni la busco, para permitirme acogerme. Es mi estado natural, en el que yo me acojo y a partir de ahí puedo acoger al resto de personas.

Sí, soy vulnerable. Como todo ser vivo. Y esto no es ningún problema. Sólo lo ve así mi mente, en su búsqueda irreal de una falsa seguridad que nunca llega. La verdadera seguridad está en aceptarnos así, como parte de la vida… A donde la vida nos lleve.

Por último, reafírmate en el AHORA. No es que el pasado no exista, no es que el futuro no vaya a llegar nunca, simplemente, es que todo cambia si tú cambias tu actitud y posición en este momento, Ahora.

Todo esto es una cuestión práctica, de sentido común. Muéstrale esta verdad a tu mente. Ah, y no te olvides de huir de cualquier tipo de búsqueda de la perfección, también en cuanto a la actitud básica. No se trata de que tengas la actitud perfecta, sino de que te vayas ejercitando en la actitud adecuada.

Sitúate en el momento presente y Vente PACÁ. Estás en el Yo-Experiencia y abierta/o a tu Centro.

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