Ayer respondíamos a la pregunta de ¿Qué somos? Con la evidencia resultante de que somos energía. Energía en distintos estados y modos: energía vital, energía afectiva e inteligente.
No obstante, os recuerdo la necesidad de contrastar esta afirmación mediante la experiencia y la comprensión propias. De no ser así, es una verdad que se convierte en creencia y, en consecuencia, pierde gran parte de su utilidad.
Esto es muy importante: aquí no se habla de nada mágico o esotérico. Por energías entendemos los ladrillos de los que estamos hechos, son nuestro componente fundamental. Y nos interesa muchísimo conocer bien su funcionamiento y tener capacidad para gestionar bien su fluir.
Hoy abordamos esta cuestión. Cómo es el flujo de esa energía a través de nuestro cuerpo y nuestra mente. Y, sobre todo, qué efectos tiene y cómo se puede gestionar.
Los principales elementos que componen este circuito, son:
1.- El cuerpo y las células que lo componen: emiten la energía, transformándola desde los productos que componen nuestra alimentación a formas energéticas diversas.
2.- Estado base: La energía producida por las células y los órganos de nuestro cuerpo, producen un primer nivel ya percibible, que podemos conceptualizar como el Estado base energético. Se trata de un fluir energético del que se nutre la mente y del que depende en buena medida su funcionamiento.
3.- Inconsciente: El inconsciente recibe este estado energético y su funcionamiento dependerá de las energías que perciba que están disponibles o activas.
4.- Consciente: Recibe el estado energético del Inconsciente y su funcionamiento dependerá también de ello.
Nuestro cuerpo está compuesto por una colonia organizada de células. Todas trabajan por un objetivo común: nuestra supervivencia y desarrollo. Una de sus principales funciones como colectivo, más allá de la específica de cada célula, es la emisión de los componentes físicos y energético necesarios para nuestra vida.
Esta actividad dependerá, en buena medida del estado de salud de nuestro cuerpo; de nuestra alimentación, del ejercicio físico que hagamos, del estado de salud general, también de nuestra estructura genética, etc.
Esto lo podemos comprobar con la experiencia directa, viendo por ejemplo, cómo una actividad física adecuada, favorece nuestro estado energético y nos produce sensaciones positivas, repercutiendo directamente en nuestro estado mental.
La energía que llega del cuerpo es uno de los dos factores que determinan nuestro Estado energético de base. El otro, tiene su origen en nuestra mente (Inconsciente y Consciente).
La actividad de la mente, la adecuación de su comprensión y las actitudes que genere, influyen de manera determinante en nuestro Estado energético de base. Por ejemplo, una actitud negativa, una alteración por una comprensión inadecuada o una energía alteradora como pueden ser la rabia o el miedo, taponaran la emisión y natural fluir de determinadas energías y favorecerá otras más alteradoras. Por ejemplo, la contemplación de un paisaje influirá en el estado de nuestra mente y, a su vez, en el Estado energético de base.
Sobre esta interacción cuerpo-mente, podemos actuar. Podemos gestionar nuestro Estado energético base y, de hecho, resulta muy conveniente.
Lo fundamental está en asegurar la emisión de dos energías claves. Son la confianza y la afectividad-amor. La primera se corresponde con el foco energía vital y la segunda, con el foco afectivo-amoroso. Las veremos más específicamente en posteriores textos.
El primer nivel de la mente con noción propia de Yo y, por tanto, con capacidad específica de Respuesta, es el Inconsciente y, más concretamente, la parte del Inconsciente que estamos nombrando como Niñx Interior.
Nuestrx Niñx hace un chequeo constante del Estado energético base, para comprobar qué energías están disponibles. Y el resultado determinará totalmente su estado y funcionamiento. Por ejemplo, si no percibe confianza, necesariamente actuará desde la no-confianza o la desconfianza. Su funcionamiento será radicalmente distinto en un supuesto u otro.
El funcionamiento de nuestro Inconsciente, determinará el del Consciente pero también, recordemos, influirá en el propio Estado energético base. La alteración que se produzca en el Inconsciente alterará aún más su funcionamiento.
El Consciente, por lo general y salvo y proceso previo de toma de conciencia, se limitará a dar soporte y respuestas dentro del escenario general que le está emitiendo el Inconsciente. Si este escenario ya viene negativizado y alterado, funcionará desde ahí. Sólo la existencia de un sólido Yo-Experiencia puede permitir que toda la mente no sea engullida por este flujo energético.
La observación para comprender, la actitud adecuada o PACÁ y el trabajo con el cuerpo. Son las tres primeras herramientas que tenemos para gestionar nuestro Estado base energético. Pero también, y especialmente, tenemos el trabajo directo con este elemento, a través de la mente, favoreciendo la generación de las energías básicas necesarias antes mencionadas: confianza y amor. (Es importante recordar, una vez más, el error de la creencia generalizada de que desde el exterior ha de venirnos algo para cambiar nuestras energías básicas).
De este modo, tomamos el mando de la gestión de nuestro cuerpo y nuestra mente. Asumimos la responsabilidad plena de nuestra estado y funcionamiento. Pasamos de una dependencia irrresponsable a la libertad responsable. Si sabemos, somos capaces de gestionar nuestro estado energético de base.