Ayer hablábamos de que todo está en nosotrxs, todo lo mejor y todo lo peor está en cada una de las personas, por el hecho de serlo. No podría ser de otra manera, somos seres humanos.
Ahora bien, hoy toca ahondar en qué causas concretas o qué condiciones hacen que aparezcan unas u otras respuestas en nuestra mente. Podemos establecer un principio general: en la medida que la mente se encuentre en un estado sano, de seguridad y tranquilidad, de conexión consigo misma, con las energías básicas fluyendo adecuadamente y con una estructura mental sana, funcionará mucho mejor, desde la confianza, el amor, la comprensión adecuadas y, por tanto, la compasión.
Dicho en terminología de Blay, en la medida que nos acerquemos a nuestro Centro y estemos en conexión con nuestros 3 Focos, nuestras Respuestas serán las más óptimas.
Lógicamente, las respuestas que emita esta mente en situación saludable, se producirán desde referentes internos más positivos: desde la confianza, la alegría, la fuerza, la cercanía, el cariño, solidaridad y amor. Esta es la situación a la que, comúnmente nos referimos cuando afirmamos que “todo fluye” adecuadamente.
Este es nuestro estado natural, en el que viviríamos de haber tenido una crianza sana y una transmisión cultural basada en valores igualmente positivos y, en consecuencia, unas experiencias de vida que habrán reforzado todo esto.
Pero, lamentablemente, no suelen ser los casos más habituales. En nuestra sociedad actual, la crianza no suele ser la adecuada, sino más bien, llena de carencias afectivas y vitales. Los valores sociales transmitidos tampoco son, a menudo, los más positivos e inclusivos. Y, consecuentemente, las experiencias de vida han confirmado este estado carencial previo, que nos lleva a ver el mundo desde una individualidad excluyente.
Por diversas circunstancias, que tienen mucho que ver con nuestro nivel de desarrollo como sociedad, no hemos podido aprender a vivir encajadxs en nuestras energías base, tanto vitales como afectivas. Además, está la creencia, errónea y generalizada, de que estas energías necesitan para su activación y fluir, de algo externo que las genere. Desde esta Idea Aceptada, hemos renunciado a nuestra libertad, a la capacidad individual para gestionar y determinar nuestros estados energéticos y lo hemos puesto en el exterior. A partir de ahi, vamos por la vida, esperando y pidiendo, a veces mendigando, que algo externo nos aporte confianza, seguridad, intensidad vital, consideración, valía, amor…
Todo esto ha hecho que nuestra mente no haya aprendido a vivir, comprender y gestionar las situaciones de inseguridad y desubicación de manera adecuada. Más bien, en la mayoría de los casos, se han instalado en nuestro Inconsciente nociones-imágenes profundas pero inconcretas de “los horrores” que nos pueden pasar y ante los que tenemos escasa capacidad de afrontamiento positivo.
En este estado, nuestra mente es muy vulnerable, por ejemplo, al miedo, al miedo provocado por un estado de inseguridad vital o afectiva. Recordemos que este estado de inseguridad es el resultado de un juicio en el que la mente evalúa o compara lo exterior (peligro) con lo interno (capacidad de afrontarlo) con un resultado negativo.
Las energías que se derivan de estos estados son muy alteradoras. Están hechas, evolutivamente hablando, para eso: cuando aparecía el peligro, el mensaje de miedo emitido tenía que ser rápido y contundente. Tenía que tener la capacidad de eliminar, inmediatamente, cualquier otro estado. Y así lo hace. El miedo, por ejemplo, tapona fácilmente las energías vitales y afectivas más positivas.
Podemos observar cómo nuestro estado energético base (hablaremos de ello en próximos artículos) determina directamente el estado y las respuestas de nuestro inconsciente que, a su vez, determina el estado y respuestas de nuestro consciente. Es una cadena que, para mayor complejidad, no funciona sólo en un sentido, sino que todos los elementos interactúan entre sí.
Llevado a la práctica, cuando nuestra mente emita respuestas alteradas que podrían ser externamente calificadas de egoístas, violentas o malvadas, podemos preguntarnos, por ejemplo, qué inseguridad-miedo, dolor-rencor, carencia, deseo-rechazo, creencia, juicio, etc., está funcionando como causante profundo de tales respuestas.
También podremos observar cómo, cuando nuestra mente se encaja en sí envuelta en energías base como la confianza y el amor, sus respuestas son mucho más positivas, constructivas, solidarias y empáticas. Tenemos más capacidad de meternos en “la piel” de las otras personas.
Estupendo texto Antonio,gracias por refrescarnos estos conceptos tan esclarecedores, me recordó una conversación que tuve ayer con una buena amiga que tras su dolorosa separación, encontraba muy dificil conjeniar,convivir, con otro chico con el que estaba saliendo,sin mencionar la palabra miedo, imaginé que al igual que me pasó a mi en un momento de mi vida,que con el miedo y la prudente distancia emocional, hacia muy dificil entrar de lleno, entregarme a una nueva relación, ese miedo que emana del inconsciente y que no tenia ningun motivo que en aquellos momentos lo justificara.
Muchísimas gracias por explicar con tanta claridad, algo que para nuestra mente, en algunos momentos, resulta tan desolador, tan desconocido.. Gracias por ponerle y transmitir tanto amor, energía vital e inteligencia.
Cuando comencé con este camino la autorrealización esta parte fue muy reveladora para mí; observar y entender de dónde vienen las sombras y aceptar que en mí habitan lo mejor y lo peor hizo que el camino estuviese más despejado. También supone bajar el juicio sobre el otro.