En estos días de crisis y excepcionalidad, estamos viendo todo tipo de comportamientos. Al igual que los tiempos, estos comportamientos son extremos: aparecen conductas que vivimos como heroicas y, a la vez, otras que nos parecen los mayores egoísmos. Nos dicen que, en tiempos extremos, siempre aparece lo mejor y lo peor del ser humano. ¿Es eso así? ¿Qué es eso de lo mejor y lo peor del ser humano? ¿Desde qué perspectiva se afirma esto?
Sin duda, desde una visión ética o moral de la vida. Y, lo cierto, es que la necesitamos. Necesitamos unas reglas de con-vivencia que nos permita relacionarnos adecuadamente unas personas con otras. Desde esta perspectiva, sí cabe nombrar determinadas conductas como las mejores o las peores. Eso sí, siempre aplicando unos determinados criterios (que no siempre son comunes) en estos juicios morales.
Pero, desde el punto de vista del trabajo de Autorrealización, y mucho menos si de lo que hablamos es de actividad interna y no de acciones sobre otras personas, no cabe ningún tipo de juicio ético o moral. La libertad ha de ser total o, al menos, debe de estar al mismo nivel que la conciencia sobre esa actividad interna.
Explicaba Blay, refiriéndose a este mismo tema, que en el ser humano se pueden distinguir 3 niveles de funcionamiento:
– Un nivel básico o primario, es el llamado nivel de la supervivencia o ley de la selva. Aquí, la mente mira por sí misma por encima de cualquier otro tipo de criterios. La propia supervivencia está por encima de todo y la ley que impera es la “ley del más fuerte”.
– Un segundo nivel que es el de la justicia social y la ley de “a cada cuál según lo que aporta”. En este tipo de relaciones, la individualidad ya no es absoluta y sí que importan los demás. No obstante, se mide el valor de cada persona y se actúa en consecuencia.
– Y un tercer nivel que es el del altruismo, el de la solidaridad y el valor máximo a lo que es un ser humano, que se aplica a cada persona, independientemente de cualquier otro tipo de circunstancias. Las sociedades regidas por estos principios, dan apoyo a sus miembros, solidarizándose con los más necesitados y garantizando una situación de derechos y bienestar básicos.
Y estos mismos 3 niveles de funcionamiento, no sólo se reflejan en nuestras sociedades, a nivel histórico pero también en la actualidad según qué países, sino que, sobre todo, se encuentran en el interior de la mente de todas y cada una de las personas.
Según un conjunto de factores que van desde la crianza y transmisión recibidas hasta la propia variabilidad individual, en algunas personas prevalece más el nivel primario y en otras alguno de los otros, pero todos los niveles están presentes e interactúan entre sí.
El nivel primario es más propio, en general, de nuestra mente inconsciente, nuestrx Niñx Interior. Se dice, habitualmente, que nuestrx Niñx puede ser muy egoísta y egocéntrico. Y así es. Esto forma parte de nuestra naturaleza mamífera. Mi perro, por ejemplo, del que todo el mundo dice que es muy “bueno” no tendrá ningún inconveniente en acabar con toda la comida y dejar a otro con hambre o, si coincide, en perseguir a otro mamífero (en este caso felino) si alguno aparece por las cercanías.
Los otros dos niveles implican una mayor interacción con zonas de la mente más externas y de desarrollo evolutivo posterior que nuestro núcleo primario o mamífero. Aparecen ideas y valores construidos socialmente.
Sin embargo, nuestrx Niñx, a menudo, también nos emitirá respuestas de ayuda y solidaridad hacia otras personas. Pero sus condiciones de funcionamiento son diferentes y, por lo general, para que esta respuesta se produzca, ha de darse una conexión directa con la situación de desgracia o la persona afectada. Por ejemplo, aquí nos encontramos con personas muy comprometidas en la ayuda a personas de su entorno, familia y demás, pero que no sienten lo mismo con personas de ámbitos más alejado.
Otro factor a tener en cuenta es que, como siempre, la respuesta también depende del estado de esx Niñx. Y cuando la inseguridad y el miedo se han apoderado de la mente, las respuestas suelen ir más en la línea del egoísmo y el sálvese quien pueda.
Nos toca mantener una actitud abierta ante todo esto. Aceptando la situación sin juicios ético-morales que sólo consiguen distorsionar nuestra comprensión. Aceptando que en nosotrxs como seres humanos que somos, está todo: el altruismo y el egoísmo, la bondad y la maldad, el amor y la violencia… Todo. No podría ser de otra manera ¡Afortunadamente!.
Esta posición de inteligente Aceptación nos permitirá comprender mejor y utilizar estas 3 diferentes dimensiones de funcionamiento para nuestro crecimiento. Por ejemplo, a veces la mente necesitará situarse en una posición u otra para verse y experimentarse a sí misma en ese lugar. Lo permitimos desde la consciencia de lo que está ocurriendo, porque si cortamos estos movimientos internos a la primera de cambio con juicios morales, estos necesarios procesos internos no de darán.
Exteriormente, sí procuraremos que nuestros actos se nutran de solidaridad, compasión, bondad, amor, consideración, altruismo y ayuda, etc. Esto ayudará a otras personas y nos ayudará a nosotrxs mismxs. Y, cuando no sea así, también habremos de comprender que somos personas y que hacemos, a cada momento, lo que podemos.
Y, para terminar, un último consejo: Sé muy prudente con los juicios que tu mente emite sobre las conductas de otras personas. No te dejes llevar por juicios fáciles, rápidos y demoledores hacia los demás. Además de que pueden ser profundamente injusto y erróneos, más temprano que tarde, este mecanismo se volverá contra ti, porque tu mente aprenderá a emplearlos consigo misma y su actividad.