Meditaciones: ejercicios de movilización de energías

Ayer planteaba un esquema del circuito del fluir de la energía en un Ser Humano. Hoy toca algo de práctica, de ejercitamiennto para gestionar esa energía, movilizando la que nos resulte más adecuada a cada momento.

Como ya he mencionado anteriormente, nuestra mente está en un grave error creyendo que necesita de algo externo (persona o situación) para que se movilicen determinadas energías, como pueden ser la vibración amorosa o la confianza.

Esta creencia está comúnmente aceptada. Es más, se nos ha educado en ella. Por lo tanto, ha sido reforzada a lo largo de toda nuestra vida tanto por los mensajes provenientes del exterior como por la experiencia interna que se da a partir de esta falsedad.

Para ir contrarrestando esta situación, habremos de ir ejercitando nuestra capacidad para movilizar las energías de manera totalmente autónoma con respecto al exterior. Este es el objetivo del ejercicio de movilización de energías.

Inicialmente, lo más adecuado es realizar este ejercicio en un momento de relajación-meditación. Posteriormente, podremos hacerlo en cualquier lugar y circunstancia.

El ejercicio consta de 4 pasos, que con el ejercitamiento, podremos ir adaptando a nuestras propias circunstancias. Son:

1.- Recuerdo o evoco la energía que quiero favorecer (la paciencia, la aceptación, la confianza, la acogida amorosa o cualquier otra)

2.- Durante un tiempo presto atención a eso. Sin forzar nada. Todo aquello a lo que prestamos atención lo suficiente, se va consolidando internamente.

3.- Cuando ya noto una presencia clara de esa energía, dentro de mí, me doy permiso para sentir-tener eso. Y atiendo-observo a ver qué impedimentos pone mi mente, si aparecieran. Estas son las condiciones que, erróneamente, cree mi mente que han de darse para que aparezca esa energía.

4.- Por último, aprovechando la respiración, hago que esa energía se expanda y me envuelva. Me instalo en ella.

NOTA: A continuación tienes dos meditaciones-ejercicios prácticos de movilización de energías.

Ejercicio de movilización de energías (Foco energía vital)
Ejercicio de movilización de energías (Actitud adecuada. PACÁ)

Comprender y gestionar el flujo de energías

Ayer respondíamos a la pregunta de ¿Qué somos? Con la evidencia resultante de que somos energía. Energía en distintos estados y modos: energía vital, energía afectiva e inteligente.

No obstante, os recuerdo la necesidad de contrastar esta afirmación mediante la experiencia y la comprensión propias. De no ser así, es una verdad que se convierte en creencia y, en consecuencia, pierde gran parte de su utilidad.

Esto es muy importante: aquí no se habla de nada mágico o esotérico. Por energías entendemos los ladrillos de los que estamos hechos, son nuestro componente fundamental. Y nos interesa muchísimo conocer bien su funcionamiento y tener capacidad para gestionar bien su fluir.

Hoy abordamos esta cuestión. Cómo es el flujo de esa energía a través de nuestro cuerpo y nuestra mente. Y, sobre todo, qué efectos tiene y cómo se puede gestionar.

Los principales elementos que componen este circuito, son:

1.- El cuerpo y las células que lo componen: emiten la energía, transformándola desde los productos que componen nuestra alimentación a formas energéticas diversas.

2.- Estado base: La energía producida por las células y los órganos de nuestro cuerpo, producen un primer nivel ya percibible, que podemos conceptualizar como el Estado base energético. Se trata de un fluir energético del que se nutre la mente y del que depende en buena medida su funcionamiento.

3.- Inconsciente: El inconsciente recibe este estado energético y su funcionamiento dependerá de las energías que perciba que están disponibles o activas.

4.- Consciente: Recibe el estado energético del Inconsciente y su funcionamiento dependerá también de ello.

Nuestro cuerpo está compuesto por una colonia organizada de células. Todas trabajan por un objetivo común: nuestra supervivencia y desarrollo. Una de sus principales funciones como colectivo, más allá de la específica de cada célula, es la emisión de los componentes físicos y energético necesarios para nuestra vida.

Esta actividad dependerá, en buena medida del estado de salud de nuestro cuerpo; de nuestra alimentación, del ejercicio físico que hagamos, del estado de salud general, también de nuestra estructura genética, etc.

Esto lo podemos comprobar con la experiencia directa, viendo por ejemplo, cómo una actividad física adecuada, favorece nuestro estado energético y nos produce sensaciones positivas, repercutiendo directamente en nuestro estado mental.

La energía que llega del cuerpo es uno de los dos factores que determinan nuestro Estado energético de base. El otro, tiene su origen en nuestra mente (Inconsciente y Consciente).

La actividad de la mente, la adecuación de su comprensión y las actitudes que genere, influyen de manera determinante en nuestro Estado energético de base. Por ejemplo, una actitud negativa, una alteración por una comprensión inadecuada o una energía alteradora como pueden ser la rabia o el miedo, taponaran la emisión y natural fluir de determinadas energías y favorecerá otras más alteradoras. Por ejemplo, la contemplación de un paisaje influirá en el estado de nuestra mente y, a su vez, en el Estado energético de base.

Sobre esta interacción cuerpo-mente, podemos actuar. Podemos gestionar nuestro Estado energético base y, de hecho, resulta muy conveniente.

Lo fundamental está en asegurar la emisión de dos energías claves. Son la confianza y la afectividad-amor. La primera se corresponde con el foco energía vital y la segunda, con el foco afectivo-amoroso. Las veremos más específicamente en posteriores textos.

El primer nivel de la mente con noción propia de Yo y, por tanto, con capacidad específica de Respuesta, es el Inconsciente y, más concretamente, la parte del Inconsciente que estamos nombrando como Niñx Interior.

Nuestrx Niñx hace un chequeo constante del Estado energético base, para comprobar qué energías están disponibles. Y el resultado determinará totalmente su estado y funcionamiento. Por ejemplo, si no percibe confianza, necesariamente actuará desde la no-confianza o la desconfianza. Su funcionamiento será radicalmente distinto en un supuesto u otro.

El funcionamiento de nuestro Inconsciente, determinará el del Consciente pero también, recordemos, influirá en el propio Estado energético base. La alteración que se produzca en el Inconsciente alterará aún más su funcionamiento.

El Consciente, por lo general y salvo y proceso previo de toma de conciencia, se limitará a dar soporte y respuestas dentro del escenario general que le está emitiendo el Inconsciente. Si este escenario ya viene negativizado y alterado, funcionará desde ahí. Sólo la existencia de un sólido Yo-Experiencia puede permitir que toda la mente no sea engullida por este flujo energético.

La observación para comprender, la actitud adecuada o PACÁ y el trabajo con el cuerpo. Son las tres primeras herramientas que tenemos para gestionar nuestro Estado base energético. Pero también, y especialmente, tenemos el trabajo directo con este elemento, a través de la mente, favoreciendo la generación de las energías básicas necesarias antes mencionadas: confianza y amor. (Es importante recordar, una vez más, el error de la creencia generalizada de que desde el exterior ha de venirnos algo para cambiar nuestras energías básicas).

De este modo, tomamos el mando de la gestión de nuestro cuerpo y nuestra mente. Asumimos la responsabilidad plena de nuestra estado y funcionamiento. Pasamos de una dependencia irrresponsable a la libertad responsable. Si sabemos, somos capaces de gestionar nuestro estado energético de base.

¿Qué somos?

En el artículo anterior se presentaba un modelo básico de funcionamiento de la mente, aunque a falta aún de varios elementos que se irán introduciendo en los próximos días. Hoy toca hacernos una de las preguntas clave: Pero, en realidad… ¿Qué somos?

Hemos visto que el Ser Humano está compuesto por 5 elementos claves, los pertenecientes al ámbito del cerebro-mente: Consciente, Inconsciente, Energía Base. El cuerpo. Y un quinto elemento que es la Consciencia central y global, que si bien podemos incluir a priori en la mente, también abre una puerta a lo que entendemos por nuestra esencia, espiritualidad o nuestra parte transcendente.

Por ahora, vamos a ir delimitando bien y con la suficiente concreción, el aspecto terrenal, físico-biológico de lo que es un Ser Humano. Para más adelante exploraremos (siempre desde la perspectiva de las experiencias directas y nunca basándonos en Creencias) esa puerta que se abre una vez que somos capaces de instalarnos con la suficiente solidez, en nuestro Yo Central, soltando los lastres que suponen el mundo de las Ideas y la auto-noción que nuestra mente tiene de nosotrxs.

Todo lo que hay en una persona, está hecho, su sustancia o composición, está formada de energías. Blay habla de que somos 3 Focos de energía: Energía Vital-Fuerza, Energía amorosa-afectiva y energía inteligente (comprensión y creatividad).

Puede parecer, inicialmente, un tanto esotérico nombrar así a un Ser Humano. Desde nuestro mundo de ideas y de identificación con las formas que vamos adoptando a cada momento en el devenir de nuestra existencia, ver así al Ser Humano nos desubica, nos cambia la noción que tenemos de lo que somos. Y pudiera parecernos, además de extraña, una visión pobre o limitada.

Pero nada más lejos de la realidad. Es, justamente, todo lo contrario. Si se mira detenidamente, con actitud objetiva, curiosa y espíritu científico, la verdad de lo que somos aparece nítida: Somos energía viva, afectiva e inteligente.

Quizás, la circunstancia de que tengamos un cuerpo físico puede ser un obstáculo para la aceptación y comprensión de esta visión del Ser Humano. Pero, algo que muchas personas sabias están diciéndonos desde hace de miles de años, es un hecho contrastado para la física moderna. Nuestro cuerpo no es más que una forma de energía que ha adquirido masa. Todo lo que tiene masa es, en realidad, energía que ha adquirido ese estado.

Pero todo esto no puede convertirse en una nueva creencia. Nada en nuestro proceso de Autorrealización podemos basarlo en creencias. Hemos de sustentarlo, por contrario, en la experiencia contrastada, en evidencias empíricas, con base lo suficientemente sólida, como para aguantar bien los vientos y tempestades que pueden darse en el frágil mundo de las ideas.

Observa. Obsérvate. Mira todo lo que hay en tí ¿Aparece algo que no esté compuesto por una mezcla de vitalidad, afectividad e inteligencia? ¿Qué otra cosa encuentras? Mira detenidamente, con seriedad, contrastando lo que ves, concretando todo lo que puedas… Y verás, finalmente, que todo lo que hay en tí está compuesto por una mezcla de estas tres energías.

Somos energía. Literalmente. Somos una unidad de vida, inteligente y con capacidad de amar.

Breve Guía funcional de la mente

En un artículo anterior “Un mapa básico de la mente” se enumeraban los 5 elementos o zonas en que podemos dividir nuestra mente que, recordemos, es el órgano o unidad de funcionamiento más complejo de todos los conocidos en nuestro Universo.

Hoy, toca ampliar esta información completándola con los dos planos o dimensiones de funcionamiento que podemos observar y sus principios básicos. Con esto, tenemos un mapa o guía lo suficientemente completa como para que nuestra observación y comprensión sean óptimas.

Recordemos; los 5 elementos principales son: Consciente, Inconsciente, Zona de energía base, la Consciencia global-central y el cuerpo, que se incluye también en este listado pues su interacción con los otros elementos es tal que, difícilmente, se puede considerar, funcionalmente, como algo aparte.

Estos elementos interactúan constantemente en dos dimensiones básicas: la de las ideas y la de las energías.

Por el plano de las ideas entendemos toda aquella actividad mental construida en base a conceptos, nociones, ideas e imágenes, pensamientos, razonamientos, etc.

El plano de las energías lo podríamos dividir en dos apartados; en primer lugar el de las energías (emociones, sentimientos y sensaciones) que tienen la función de ser elementos en la comunicación inter-sectores dentro de la mente. Recordemos que una emoción no es más que el mensaje que envía el Inconsciente al resto de la mente para comunicar un estado o una situación.

En segundo lugar, estarían las energías básicas, las que nos encontramos en el elemento anteriormente denominado como zona de energías bases. Están compuesto por aquellas energías que son necesarias para el funcionamiento de la mente (y por tanto de la persona en su globalidad) y, de manera muy concreta también, de aquellas que la mente desea-busca o rechaza. (Lo veremos más ampliamente en los principios de funcionamiento).

Aquí podríamos hablar de la identificación de la mente con el plano de las ideas, de Matrix o, también, del mito de la caverna planteado hace dos milenios por Platón. Todo ello nos lleva a la evidencia de que nuestra mente ha proyectado en ese mundo de las ideas lo que, en realidad, se mueve en el mundo de las energías. Nuestra cultura racional ha magnificado el plano de las ideas (Pienso luego existo) y ha desechado o minusvalorado el plano de las energías que, a la postre, es el fundamental.

Así, cuando nuestra mente desea que se cumpla algo, un objetivo social, profesional o personal, lo que en realidad está buscando es que se generen, en ella, unas determinadas energías: satisfacción, validación, gozo, intensidad vital, seguridad, confianza, afectividad, cariño, amor… Y un largo etcétera. Y también cuando teme o rechaza algo, lo que en realidad teme o rechaza, son las energías que prevé que eso va a provocar en ella.

Es muy importante que nuestra observación incluya estas dos dimensiones, la de las ideas y escenarios mentales construidos por un lado y, por otro, el del fluir de las energías y las respuestas y actitudes, ante esas energías. Si no es así, la comprensión nunca tendrá la profundidad y concreción necesarias.

Hay que imaginar a nuestrx Niñx Interior como un animalillo, un mamífero que desea unas energías y rechaza otras. Así es su funcionamiento básico.

Y esta imagen nos va a ayudar enormemente para comprender. Estos principios o leyes naturales, rigen todo el funcionamiento de nuestra mente y, por tanto, nuestra vida. Los conocemos coloquialmente como instintos básicos y los reconoceremos en nuestro interior a poco que apliquemos la mirada adecuada. Son:

– Supervivencia y seguridad. La mente buscará su/nuestra supervivencia a toda costa. La seguridad es la vía para asegurarla. Son derivados de este principio, el anhelo por sentir la valía y la capacidad para afrontar la vida y la aceptación e inclusión por parte de las demás personas.

– Trascendencia: sentido y propósito de nuestra vida. Además de alargar al máximo nuestra existencia, la mente busca una explicación, algo que justifique nuestra existencia y, a ser posible, que la alargue indefinidamente.

– Bienestar: La mente siempre elegirá el bienestar ante el malestar. Esto la sitúa en una posición optima de funcionamiento y cree que le asegura mayor supervivencia. Cuando no encuentra el verdadero bienestar, tomará sucedáneos como el placer.

– Plenitud y/o intensidad vital: La plenitud es buscada por la mente. En el fondo no le vale con menos. La sensación de intensidad vital, de estar viviendo la vida, el momento, con la suficiente intensidad vital es uno de los indicadores que más tiene en cuenta.

– Desarrollo y crecimiento: Muy relacionado con el anterior. Es un principio básico de toda vida, que tiende de forma natural, a su máximo desarrollo y crecimiento. También los seres humanos.

Observa tu mente. Comprobarás que todos aquellos objetos (físicos o no) que desea, en realidad, son proyecciones en el mundo de las ideas de lo que ella cree que favorecería la aparición de estas energías. Recuerda la idea errónea de que de el exterior ha de venirme algo para que en mí se den determinadas energías.

La actitud adecuada. Vente PACÁ

Si bien es cierto que no podemos decidir sobre nuestra mente, es decir, no podemos decidir que cambie en tal o cual sentido, sí que tenemos la posibilidad de ir estableciendo las condiciones adecuadas para que nuestra mente vaya cambiando en la línea deseada.

Una de las herramientas más potente que tenemos para gestionar nuestra mente y, por tanto nuestra vida, es la actitud profunda que generamos y desde la que nos posicionamos. Tenemos esa capacidad, la de situarnos en una posición y disposición internas, en una determinada energía inteligente, amorosa y vital. Comprobaremos cómo todo cambia en función de dónde y cómo nos situemos para observar, comprender y afrontar una determinada situación y nuestra vida en general.

Con el tiempo, se irá haciendo evidente la experiencia de que puedes hacerlo, de que tú estás más allá del estado concreto de tu mente… Ve asentando esa presencia que va apareciendo.

PACÁ, es un acrónimo. Una palabra que surge de unas siglas: Paciencia, Aceptación, Confianza y Acogida Amorosa.

La utilizamos para determinar cuál es la actitud adecuada para situarnos a lo largo de todo el proceso de Autorrealización y a cada momento. Es algo aplicable a cada momento, especialmente, nos será de ayuda cuando la sensación de pérdida o desubicación nos invada.

Mil y una veces tu mente de despistará. No luchamos contra eso. Lo aceptamos como algo propio de la naturaleza de nuestra mente y le decimos: Vente PACÁ. Es el referente básico que nunca te va a fallar y que evitará que te pierdas en los vaivenes de la mente. Esta situación se dará tanto en momentos de cansancio y pérdida como en otros de avance, en los que la mente necesita reasentarse en los cambios producidos.

Usa la respiración como primera conexión. Presta atención a tu respiración, no intentes cambiarla, simplemente date cuenta que está ahí y cómo está en este momento. Hazla presente. Nota su presencia. En ese momento, aunque aún no puedas gestionarla, ya podrás identificar la actividad de tu mente. Es el primer paso.

Mantén abierta tu mente a la pregunta: ¿Estoy generando la actitud adecuada en este momento? Haz un alto en el camino y un repaso al PACÁ.

¿Estoy situándome en la suficiente Paciencia o me está llevando la impaciencia?

No se trata de luchar contra la impaciencia. Recuerda que no tiene sustancia propia. Lo que está ocurriendo es una alteración en la situación natural que es de serenidad y paciencia. Por tanto, mira, indaga en la impaciencia… ¿De qué está hecha? Seguramente podrás observar desconfianza, rechazo, inseguridad, miedo, deseos impulsivos, etc.

Respira. No permitas que las prisas marquen el ritmo. Sé tú dándote cuenta de que en ti hay impaciencia, una energía que te lleva a no darte el espacio necesario.

¿Estoy aceptando lo que hay o estoy luchando contra la situación? Y, es más, ¿La situación real es la que ha dibujado mi mente o está equivocada? Para saberlo necesitarás tiempo y espacio suficiente para poder comprobarlo y, para ello, habrás de pasar de la impaciencia a la paciencia y del rechazo a la aceptación plena de lo que, en realidad, haya en ti y en tu vida.

La aceptación no es una actitud pasiva y, mucho menos, de resignación ante lo que hay. Todo al contrario, adopto una actitud de plena aceptación de lo que hay para que mi mente se sitúe en la posición adecuada para observar y comprender la realidad en detalle, sin conformarme con los primeros juicios que haya emitido de forma más o menos inconsciente. La aceptación es el paso previo para generar las energías necesarias (comprensión, fuerza y afectividad) para el cambio.

Plena aceptación de lo que hay, no me peleo con los síntomas, ni pierdo energía con las emociones que me surgen… Y entiendo que no es fácil al principio, pues toda la vida llevo tapando, rechazando, huyendo o generando otra energía mental que compense o que permita que no aparezcan todo el conjunto de emociones y sensaciones que mi mente etiqueta como negativas o inadecuadas.. Hay un mecanismo automático de cortar, evitar…

He de hacer un trabajo para identificar y parar ese mecanismo automático y aceptar en cada momento lo que hay, con una actitud de observación curiosa y objetiva. Lo importante aquí es darme cuenta, observar. No es el momento de intervenir. No importa en absoluto en este momento, arreglar o no arreglar, ya llegará eso. Si tengo prisas y no acepto lo que hay ante mí, mi mente no estará lúcida, no dará con lo que realmente está ocurriendo sino con lo que más miedo le provoca o con los deseos que genera para compensar el malestar. Libérate de todo eso y mira tranquilamente la realidad.

¿Desde dónde parto, desde qué posición: Confianza o Desconfianza? Esta posición es clave tanto a la hora de comprender adecuadamente lo que está ocurriendo como para generar las energías para el cambio que queremos provocar.

Nuestra mente está acostumbrada a basar la confianza en sus capacidades y en una evaluación del pasado. Es decir, hay un juicio emitido (Idea Aceptada) acerca de mi capacidad (en este punto, la mente no distingue entre ella y yo) para abordar la situación. Dicho de otra manera, hasta ahora la mente intentaba proporcionar confianza al “Personaje”, es decir, a esa estructura mental que guarda una idea sobre mí. No se trata de eso.

Pon en cuestionamiento el sistema mental que evalúa y concluye acerca de tus capacidades y sobre los hechos ocurridos o por venir.

La confianza en una cuestión de energía aunque también influye el grado de comprensión que en ese momento tenga mi mente. A la confianza entro por la respiración. Confío en el Ser vivo que soy, independiente de cómo funcione mi mente en este momento. Mantengo la visión mas amplia.

El hecho de que haya confianza en mí, no puede estar condicionado, no puede en unas circunstancias concretas. La confianza real es una energía que fluye desde lo más profundo de forma natural, basada en el hecho irrefutable de que soy un ser vivo y, por tanto, la fuerza de la vida está en mí en la misma medida que en el resto. Soy vida fluyendo.

No hay nada malo en tí. Ningún error de funcionamiento. Puedes confiar plenamente en tu naturaleza profunda.

Y hay una realidad profunda que es la mayor fuente posible de confianza: La verdad me hará libre y suficientemente capaz para afrontar lo que la vida me traiga.

Esto es estrictamente así; el proceso de Autorrealización se basa en el encuentro con la verdad de lo que soy y de lo que es la vida. A cada momento, la verdad me irá liberando del condicionamiento que me limita y esto hará fluir, de forma cada vez más natural, mis energías y, entre ellas, la energía vital y la fuerza. Si busco la verdad aparecerá la confianza pues mi mente comprobará que, cuando disminuyo el condicionamiento de mi mente, fluye fuerza suficiente para afrontar lo que venga. Es así de sencillo.

Esa verdad podrá alterarte en un primer momento pero, al final, siempre te hará crecer.

Si me sitúo suficientemente en el PACÁ, la confianza adoptará su verdadera naturaleza y se convertirá en un aliado.

Esto se verá muy favorecido si adoptamos una visión de la vida como algo dinámico, un fluir continuo que se da en nuestro interior y en del resto de los seres vivos. A cada momento cambia y, por tanto, no se puede acotar desde una idea en nuestra mente. Identifica y cuestiona la idea fija o “foto fija” que tiene tu mente acerca de tí, de las demás personas y de la vida en sí.

¿Desde dónde me estoy viendo, sintiendo y tratando, desde el amor y el acogimiento o desde el miedo y el juicio?

Date cuenta de los juicios que, sobre ti, emite tu mente. Pareciera que no tienes derecho, que no eres una persona digna de ser acogida amorosamente. Cuestiona ese juicio que es emitido desde tu limitada mente inconsciente y primaria… ¿Es esto verdad? ¿Cómo es que yo no tengo derecho a acogerme amorosamente?

Y observa otro error de tu mente, que cree que necesita de alguien externo para que fluya en ti la energía amorosa.

Me contemplo como el ser vivo que soy, complejo, con muchos niveles y dimensiones, hago presente a mi niñx interior, a mis partes más vulnerables y las acojo y abrazo.

Me acojo con la posición de mis manos en mi pecho, sentiéndome y aceptándome, sin juicios, sin condiciones, para situarme en ese espacio de acogimiento, cariño, cercanía y calidez internas. No hay razón, ni la busco, para permitirme acogerme. Es mi estado natural, en el que yo me acojo y a partir de ahí puedo acoger al resto de personas.

Sí, soy vulnerable. Como todo ser vivo. Y esto no es ningún problema. Sólo lo ve así mi mente, en su búsqueda irreal de una falsa seguridad que nunca llega. La verdadera seguridad está en aceptarnos así, como parte de la vida… A donde la vida nos lleve.

Por último, reafírmate en el AHORA. No es que el pasado no exista, no es que el futuro no vaya a llegar nunca, simplemente, es que todo cambia si tú cambias tu actitud y posición en este momento, Ahora.

Todo esto es una cuestión práctica, de sentido común. Muéstrale esta verdad a tu mente. Ah, y no te olvides de huir de cualquier tipo de búsqueda de la perfección, también en cuanto a la actitud básica. No se trata de que tengas la actitud perfecta, sino de que te vayas ejercitando en la actitud adecuada.

Sitúate en el momento presente y Vente PACÁ. Estás en el Yo-Experiencia y abierta/o a tu Centro.

Lo mejor y lo peor, en mí

Ayer hablábamos de que todo está en nosotrxs, todo lo mejor y todo lo peor está en cada una de las personas, por el hecho de serlo. No podría ser de otra manera, somos seres humanos.

Ahora bien, hoy toca ahondar en qué causas concretas o qué condiciones hacen que aparezcan unas u otras respuestas en nuestra mente. Podemos establecer un principio general: en la medida que la mente se encuentre en un estado sano, de seguridad y tranquilidad, de conexión consigo misma, con las energías básicas fluyendo adecuadamente y con una estructura mental sana, funcionará mucho mejor, desde la confianza, el amor, la comprensión adecuadas y, por tanto, la compasión.

Dicho en terminología de Blay, en la medida que nos acerquemos a nuestro Centro y estemos en conexión con nuestros 3 Focos, nuestras Respuestas serán las más óptimas.

Lógicamente, las respuestas que emita esta mente en situación saludable, se producirán desde referentes internos más positivos: desde la confianza, la alegría, la fuerza, la cercanía, el cariño, solidaridad y amor. Esta es la situación a la que, comúnmente nos referimos cuando afirmamos que “todo fluye” adecuadamente.

Este es nuestro estado natural, en el que viviríamos de haber tenido una crianza sana y una transmisión cultural basada en valores igualmente positivos y, en consecuencia, unas experiencias de vida que habrán reforzado todo esto.

Pero, lamentablemente, no suelen ser los casos más habituales. En nuestra sociedad actual, la crianza no suele ser la adecuada, sino más bien, llena de carencias afectivas y vitales. Los valores sociales transmitidos tampoco son, a menudo, los más positivos e inclusivos. Y, consecuentemente, las experiencias de vida han confirmado este estado carencial previo, que nos lleva a ver el mundo desde una individualidad excluyente.

Por diversas circunstancias, que tienen mucho que ver con nuestro nivel de desarrollo como sociedad, no hemos podido aprender a vivir encajadxs en nuestras energías base, tanto vitales como afectivas. Además, está la creencia, errónea y generalizada, de que estas energías necesitan para su activación y fluir, de algo externo que las genere. Desde esta Idea Aceptada, hemos renunciado a nuestra libertad, a la capacidad individual para gestionar y determinar nuestros estados energéticos y lo hemos puesto en el exterior. A partir de ahi, vamos por la vida, esperando y pidiendo, a veces mendigando, que algo externo nos aporte confianza, seguridad, intensidad vital, consideración, valía, amor…

Todo esto ha hecho que nuestra mente no haya aprendido a vivir, comprender y gestionar las situaciones de inseguridad y desubicación de manera adecuada. Más bien, en la mayoría de los casos, se han instalado en nuestro Inconsciente nociones-imágenes profundas pero inconcretas de “los horrores” que nos pueden pasar y ante los que tenemos escasa capacidad de afrontamiento positivo.

En este estado, nuestra mente es muy vulnerable, por ejemplo, al miedo, al miedo provocado por un estado de inseguridad vital o afectiva. Recordemos que este estado de inseguridad es el resultado de un juicio en el que la mente evalúa o compara lo exterior (peligro) con lo interno (capacidad de afrontarlo) con un resultado negativo.

Las energías que se derivan de estos estados son muy alteradoras. Están hechas, evolutivamente hablando, para eso: cuando aparecía el peligro, el mensaje de miedo emitido tenía que ser rápido y contundente. Tenía que tener la capacidad de eliminar, inmediatamente, cualquier otro estado. Y así lo hace. El miedo, por ejemplo, tapona fácilmente las energías vitales y afectivas más positivas.

Podemos observar cómo nuestro estado energético base (hablaremos de ello en próximos artículos) determina directamente el estado y las respuestas de nuestro inconsciente que, a su vez, determina el estado y respuestas de nuestro consciente. Es una cadena que, para mayor complejidad, no funciona sólo en un sentido, sino que todos los elementos interactúan entre sí.

Llevado a la práctica, cuando nuestra mente emita respuestas alteradas que podrían ser externamente calificadas de egoístas, violentas o malvadas, podemos preguntarnos, por ejemplo, qué inseguridad-miedo, dolor-rencor, carencia, deseo-rechazo, creencia, juicio, etc., está funcionando como causante profundo de tales respuestas.

También podremos observar cómo, cuando nuestra mente se encaja en sí envuelta en energías base como la confianza y el amor, sus respuestas son mucho más positivas, constructivas, solidarias y empáticas. Tenemos más capacidad de meternos en “la piel” de las otras personas.

Lo peor y lo mejor del Ser Humano.

En estos días de crisis y excepcionalidad, estamos viendo todo tipo de comportamientos. Al igual que los tiempos, estos comportamientos son extremos: aparecen conductas que vivimos como heroicas y, a la vez, otras que nos parecen los mayores egoísmos. Nos dicen que, en tiempos extremos, siempre aparece lo mejor y lo peor del ser humano. ¿Es eso así? ¿Qué es eso de lo mejor y lo peor del ser humano? ¿Desde qué perspectiva se afirma esto?

Sin duda, desde una visión ética o moral de la vida. Y, lo cierto, es que la necesitamos. Necesitamos unas reglas de con-vivencia que nos permita relacionarnos adecuadamente unas personas con otras. Desde esta perspectiva, sí cabe nombrar determinadas conductas como las mejores o las peores. Eso sí, siempre aplicando unos determinados criterios (que no siempre son comunes) en estos juicios morales.

Pero, desde el punto de vista del trabajo de Autorrealización, y mucho menos si de lo que hablamos es de actividad interna y no de acciones sobre otras personas, no cabe ningún tipo de juicio ético o moral. La libertad ha de ser total o, al menos, debe de estar al mismo nivel que la conciencia sobre esa actividad interna.

Explicaba Blay, refiriéndose a este mismo tema, que en el ser humano se pueden distinguir 3 niveles de funcionamiento:

– Un nivel básico o primario, es el llamado nivel de la supervivencia o ley de la selva. Aquí, la mente mira por sí misma por encima de cualquier otro tipo de criterios. La propia supervivencia está por encima de todo y la ley que impera es la “ley del más fuerte”.

– Un segundo nivel que es el de la justicia social y la ley de “a cada cuál según lo que aporta”. En este tipo de relaciones, la individualidad ya no es absoluta y sí que importan los demás. No obstante, se mide el valor de cada persona y se actúa en consecuencia.

– Y un tercer nivel que es el del altruismo, el de la solidaridad y el valor máximo a lo que es un ser humano, que se aplica a cada persona, independientemente de cualquier otro tipo de circunstancias. Las sociedades regidas por estos principios, dan apoyo a sus miembros, solidarizándose con los más necesitados y garantizando una situación de derechos y bienestar básicos.

Y estos mismos 3 niveles de funcionamiento, no sólo se reflejan en nuestras sociedades, a nivel histórico pero también en la actualidad según qué países, sino que, sobre todo, se encuentran en el interior de la mente de todas y cada una de las personas.

Según un conjunto de factores que van desde la crianza y transmisión recibidas hasta la propia variabilidad individual, en algunas personas prevalece más el nivel primario y en otras alguno de los otros, pero todos los niveles están presentes e interactúan entre sí.

El nivel primario es más propio, en general, de nuestra mente inconsciente, nuestrx Niñx Interior. Se dice, habitualmente, que nuestrx Niñx puede ser muy egoísta y egocéntrico. Y así es. Esto forma parte de nuestra naturaleza mamífera. Mi perro, por ejemplo, del que todo el mundo dice que es muy “bueno” no tendrá ningún inconveniente en acabar con toda la comida y dejar a otro con hambre o, si coincide, en perseguir a otro mamífero (en este caso felino) si alguno aparece por las cercanías.

Los otros dos niveles implican una mayor interacción con zonas de la mente más externas y de desarrollo evolutivo posterior que nuestro núcleo primario o mamífero. Aparecen ideas y valores construidos socialmente.

Sin embargo, nuestrx Niñx, a menudo, también nos emitirá respuestas de ayuda y solidaridad hacia otras personas. Pero sus condiciones de funcionamiento son diferentes y, por lo general, para que esta respuesta se produzca, ha de darse una conexión directa con la situación de desgracia o la persona afectada. Por ejemplo, aquí nos encontramos con personas muy comprometidas en la ayuda a personas de su entorno, familia y demás, pero que no sienten lo mismo con personas de ámbitos más alejado.

Otro factor a tener en cuenta es que, como siempre, la respuesta también depende del estado de esx Niñx. Y cuando la inseguridad y el miedo se han apoderado de la mente, las respuestas suelen ir más en la línea del egoísmo y el sálvese quien pueda.

Nos toca mantener una actitud abierta ante todo esto. Aceptando la situación sin juicios ético-morales que sólo consiguen distorsionar nuestra comprensión. Aceptando que en nosotrxs como seres humanos que somos, está todo: el altruismo y el egoísmo, la bondad y la maldad, el amor y la violencia… Todo. No podría ser de otra manera ¡Afortunadamente!.

Esta posición de inteligente Aceptación nos permitirá comprender mejor y utilizar estas 3 diferentes dimensiones de funcionamiento para nuestro crecimiento. Por ejemplo, a veces la mente necesitará situarse en una posición u otra para verse y experimentarse a sí misma en ese lugar. Lo permitimos desde la consciencia de lo que está ocurriendo, porque si cortamos estos movimientos internos a la primera de cambio con juicios morales, estos necesarios procesos internos no de darán.

Exteriormente, sí procuraremos que nuestros actos se nutran de solidaridad, compasión, bondad, amor, consideración, altruismo y ayuda, etc. Esto ayudará a otras personas y nos ayudará a nosotrxs mismxs. Y, cuando no sea así, también habremos de comprender que somos personas y que hacemos, a cada momento, lo que podemos.

Y, para terminar, un último consejo: Sé muy prudente con los juicios que tu mente emite sobre las conductas de otras personas. No te dejes llevar por juicios fáciles, rápidos y demoledores hacia los demás. Además de que pueden ser profundamente injusto y erróneos, más temprano que tarde, este mecanismo se volverá contra ti, porque tu mente aprenderá a emplearlos consigo misma y su actividad.

Gestionando pensamientos y sentires (emociones, sentimientos y sensaciones)

La gestión de nuestra mente es una capacidad o habilidad que necesita de un ejercitamiento para ir optimizándose. Es una mezcla que ha de llevar una importante dosis de conocimiento de lo que estamos gestionando junto con la capacidad para hacer un uso adecuado de las herramientas necesarias, como son la observación, la actitud y el trabajo con el cuerpo.

Todo ello va a ir completándose con la paulatina aparición y consolidación de un espacio o referente interno desde el que ir haciendo el trabajo. Es lo que denominamos Yo-Experiencia, que con el tiempo irá evolucionando y nos irá acercando más y más a nuestro Centro.

Es un proceso que necesita su tiempo para que todas las piezas vayan encajando y empiece a dar sus mejores frutos. Y no podemos acelerarlo en exceso pues los procesos de aprendizajes profundos en la mente, conllevan un tiempo necesario.

Se incluyen aquí algunos referentes y consejos para ir haciéndolo cada vez mejor y que, los resultados, vayan también mejorando:

1.- En la medida que puedas, haz el trabajo en conexión con el cuerpo. Respira conscientemente, relaja, medita, haz ejercicio, practica Yoga u otras actividades de conexión corporal. Esto ayudará a ir creando referentes físicos internos que compensarán el excesivo peso de la actividad mental.

2.- Observa. (Ver textos y videos sobre la observación). Someramente, indicar que ha de ser una observación objetiva, sin juzgar la actividad de nuestra mente (eso ha de quedar para la actuación hacia el exterior), desde el PACÁ, abierta a todo e inclusiva (sin deseos ni rechazos que nos distorsionen la comprensión). Y, por supuesto, el uso del razonamiento y el pensamiento han de quedar como herramientas auxiliares. No se puede basar la observación en ellas.

3.- Intenta mantener una actitud adecuada. Ésta está descrita en los textos y videos sobre el PACÁ (Paciencia, Aceptación, Confianza y Acogida Amorosa). La actitud adecuada nos ayudará enormemente en la observación y a mantener una posición y disposición internas ante lo observado.

4.- En la medida de lo posible, adopta una posición de apertura interna ante lo que está sucediendo en tu mente y tu cuerpo. Procura no cerrar o taponar nada, permite que se produzca y aprovecha para observar y avanzar en la comprensión.

No cortes nada, a no ser que no haya más remedio debido a que los efectos sean excesivamente perturbadores para tí o para otras personas. Cuando cortamos una actividad de nuestra mente o una expresión en nuestro cuerpo, estamos provocando un cortocircuito de la energía, que queda taponada. Habitualmente, esto tendrá consecuencias y nos aparecerá más tarde por otro lado. Doble trabajo.

Así pues, recuerda siempre: Es “Y” no “O”. Incorpora todo lo que vayas encontrando, procurando no rechazar nada, aunque unas cosas parezcan contradictorias con otras. Todo forma parte de tu realidad interna.

5.- Lleva un registro de lo observado. Te ayudará a la comprensión y a mantener una visión global de los procesos. Eso sí, limita las elucubraciones sobre lo observado. La comprensión, global y particular, se irá haciendo en tí.

6.- Haz recopilación y acopio de las evidencias (verdades contundentes) que te van apareciendo. También de las Ideas Aceptadas que consideras más realistas y saludables. Y muestraselas, haciéndolas presentes, al conjunto de tu mente de manera periódica, especialmente, aprovechando los momentos en que son más adecuadas según los procesos concretos (pensamientos o sentires) que estén activos en ese momento.

7.- Cuestiona la actividad de tu mente. Pregúntate ¿Por qué y para qué está haciendo esto mi mente en este momento? Y otra pregunta clave ¿De verdad, es cierto lo que mi mente me está emitiendo?

Cuestiona todo, pero ¡ojo! A veces, en medio de una situación de alteración y desubicación, puede aparecer una verdad, por razonamiento, evidencia desde nuestro Consciente o mensaje desde nuestro Inconsciente, que nos abra a nuevos caminos y descubrimientos.

8.- Acoge con mucho cariño, consideración y confianza a tu mente Inconsciente (Niñx Interior). Más adelante explicaré, detenidamente, la gestión adecuada del Inconsciente.

9.- Procura mantener, en la medida que puedas, la Presencia interna de tí, que estás haciendo todo esto, que estás gestionando tu mente. Recuerda que no eres la actividad de tu mente, ni tampoco tu cuerpo. Eres el ser vivo en el que se da todo eso. Eres algo mucho más amplio y profundo que todo eso.

10.- En la rigurosidad, honestidad interna, exigencia de concreción y en el mantenimiento de una visión global e integradora, está nuestro encaje y fuerza interna. Esto nos irá llevando a la consolidación de nuestra Conciencia global- Yo Central.

Un mapa (básico) de la mente

En el artículo anterior vimos los elementos más importantes a la hora de observar. Hoy nos adentramos en elaborar un mapa básico de la mente. Nos será muy útil para observar y comprenderla mejor.

1.- El Consciente y su actividad.

Por consciente entendemos toda actividad de la mente de la que nos damos cuenta directamente. Fundamentalmente, nos encontramos con un hilo o fluir de pensamiento e ideas que van generando escenarios mentales. Este hilo de pensamiento puede ser mayoritariamente verbal, visual o intuitivo.

A la vez, desde el consciente se percibe parte de la actividad del Inconsciente, especialmente, las emociones, sentimientos y sensaciones. A veces, también, las ideas y/o mensajes que emite esa parte de nuestra mente.

El primer y, quizás, mayor problema que nos encontramos es que nuestro Consciente incluye una noción de Yo que está construida, es decir, que no responde exactamente a la realidad de lo que somos. Esa noción de Yo se ha ido construyendo a lo largo de los años y está hecha de ideas. Hay que mantener la observación sobre ella pero, siempre, procurando no identificarse: No soy yo, son el conjunto de ideas que mi mente se ha hecho de mí.

El trabajo con el Consciente se dirigirá, en buena medida, a asegurarnos el correcto funcionamiento de nuestro sistema de pensamiento-razonamiento y comprensión, incluyendo el sistema de juicios y de los criterios o valores que alimentan esos juicios, con una exigencia de rigurosidad y concreción, que agradecerá y mucho, el resto de la mente y, muy especialmente, el Inconsciente. Además, habremos de asegurar, en la medida de lo posible, una actitud adecuada y una visión lo más global e integradora.

Todo este trabajo lo haremos mejor desde una posición y disposición que denominamos, Yo-Experiencia. Es una parte de nuestro consciente que se ha dado cuenta de que algo no funciona correctamente y que se dispone a trabajar para arreglarlo. Para ello, tenemos dos herramientas fundamentales: la observación para comprender y, por otro lado, la actitud, que nos permite mantener una perspectiva con respecto a la actividad del consciente y debilitar la tendencia a identificarnos con esa actividad.

2.- El Inconsciente y su actividad.

Pero el consciente no es más que una (pequeña) parte de nuestra mente y su actividad. Hay otra incluso mayor, que es la que denominamos como Inconsciente. Si imaginas un iceberg, el Inconsciente sería toda la parte que hay bajo el agua.

A los efectos de un primer nivel en el trabajo, podemos asimilar Inconsciente con Niñx Interior. Es la parte de nuestra mente que predominaba en nuestra infancia y nos resulta muy práctica esta equiparación para conectar con ella, comprenderla, acogerla y gestionarla.

La actitud adecuada ante nuestro Inconsciente consiste, básicamente, en perder cualquier tipo de aprensión o miedo que tengamos hacia esa parte de nuestra mente y cambiar esa actitud por una apertura total, acogimiento, cercanía y cariño. Nuestro Inconsciente o Niñx Interior no es culpable de nada, al contrario, realmente es la primera víctima de los errores de funcionamiento que pueda estar sufriendo nuestra mente.

Si no ha habido un proceso previo de comprensión e identificación, en la práctica, el Inconsciente, sus estados y reacciones, determinan absolutamente a nuestro Consciente que, en realidad, no hace más que intentar dar un sentido lógico a lo que le viene del Inconsciente. Desde este punto de vista, la afirmación de que el ser humano es un ser racional, sólo es válida cuando la mente ha recorrido un proceso de toma de conciencia de sí misma.

3.- El estado energético base.

Tota la actividad de nuestra mente está, inicialmente, determinada por la base energética. En nuestro estado natural y sano, esa base energética (que proviene del cuerpo y a su vez está influida por la propia actividad de la mente) la podemos percibir como un fluir de energías tales como la confianza, el cariño-amor, la alegría, el gozo, la fuerza, etc.

Pero, lamentablemente, en la sociedad en que vivimos nuestras crianzas defectuosas y las experiencias negativas que hemos tenido a lo largo de nuestra vida y no han sido bien resultas, hacen que habitualmente tengamos un estado carencial de estas energías y, más aún, que lo que percibamos sea el producto de esto en forma de desconfianzas e inseguridades, deficiencias en la afectividad, tristeza, falta de fuerzo, etc.

Habremos de cuidar con esmero que nuestra base energética sea la adecuada. En este punto vienen bien todos los ejercitamientos dirigidos a positivizar nuestra mente (la llamada psicología positiva o del bienestar y otras corrientes). Pero, ojo, siempre sabiendo que ésta es una actuación más de las que habremos de hacer, no la única, pues por sí sola, no es capaz de sostener a una mente con errores de funcionamiento.

4.- Un posición central, global e integradora: El Yo Central.

Manteniendo una visión inclusiva de los 3 elementos anteriores podemos ir accediendo a una posición y visión internas, global, integradora e inclusiva. Para facilitar este desplazamiento de mi eje de referencia interna o posicionamiento interno, adopto una actitud adecuada. No lucho internamente porque en mi se den unas cosas y otras no, no deseo o rechazo nada… Todo forma parte de mí. Lo Acepto y adopto esta visión y posición global e inclusiva.

Esto nos abre la puerta a lo que denominamos el Yo-Central. Soy Yo, ante todo esto.

Este Yo Central, además, se caracteriza porque ya no está basado en las ideas que mi mente se ha hecho de mí sino en una comprensión más profunda de todo lo que soy y en la experiencia interna directa de ser. La mente se referencia a sí misma, no ya en base a ideas y figuraciones, sino en la realidad directa de lo que soy.

Durante mucho tiempo, el trabajo consistirá en ir fortaleciendo la Presencia interna de este Yo-Central. Miles de veces tendremos que venirnos desde el Yo-mental o desde el/a Niñx Interior, con sus visiones limitadas, hacia esta visión global. Lo hago sin crear nuevas tensiones internas: sonrío y me digo “Vente PACÁ”.

Esto irá favoreciendo el fortalecimiento de una Consciencia también global de lo que soy, pasando de concepciones o nociones parciales y distorsionadas de mi (Yo-mental, Niñx Interior, etc.) al Yo-Central con Consciencia global de mi.

5.- El cuerpo y sus estados.

Aunque, estrictamente, no pertenece al ámbito de la mente, el cuerpo es un elemento básico en la configuración de lo que es un ser humano. Además, interactúa directamente con la mente.

Cualquier actividad de la mente, y más si es una alteración, tendrá reflejo en el cuerpo. Una tensión mental repercutirá en una tensión corporal.

La conexión también se produce, por igual, a la inversa. Cualquier acción sobre el cuerpo tendrá repercusión en la mente. Este es el mecanismo base que hace que funcionen actividades físicas como el Yoga, la Respiración-Relajación, el ejercicio físico, etc.